LA SULTANA ENAMORADA DEL CRISTIANO
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¡Amador de la Cruz! Yo le pusiera
los pliegues nebulosos del turbante
en torno a esa larga cabellera
bajo el calpac de púrpura brillante.
Que en el hermoso cielo de tu frente,
nubes de gasa errantes y ligeras
templarían tal vez el fuego ardiente
que arrojan tus pupilas hechiceras.
Aljuba de costosa orfebrería
diera a tu esbelto talle más primores,
y esa leve cintura estrecharía
ceñidor de kashán con varias flores.
Balajes y amatistas violadas
yo pondría en tus galas y vestidos,
cornerinas de Yemen estimadas,
con versos del Corán allí esculpidos.
Sobre tu dolimán de seda gualda
damasquino puñal asomaría
con el nítido pomo de esmeralda
y el puño de brillante pedrería.
De bayaderas y hadas habitado
tendrías un jardín, y con reposo
mascarías el bétel delicado
fumarías el houca delicioso.
Y mientras en el lecho de las rosas
tomases por la noche sueño largo,
tu frente orearian dos hermosas
con la pluma sutil del faisán argo.
¡Amador de la Cruz! ¡ah! ¡quien me diera
que ese tu hermoso labio es de aroma
una de estas voces profiriera:
"Dios es Dios; su profeta fue Mahoma".
Que entonces más genízaros valientes
por único señor te aclamarían
y en vuestra gran mezquita reverentes
la noble cimitarra te pondrían.
Y fueras el señor de los señores,
y rey con eminente señorío
exaltado por Dios a los honores
del soberano cetro y poderío.
Invistísimo dueño de los mares,
con dirección profética y divina
de grandes fortalezas y lugares
de la casa de Meca y de Medina.
De la Síria, Diarbek y Besarabia,
Bosnia, Servia, Morea y tierras todas
de la Lliria, la Armenía y la Moldavia
y las islas de Chipre, Candia y Rodas.
La mina de Kiebban plata te diera,
cual no hubiera jamás moriscos jeques,
y Metellín con Lemmos te ofreciera
galeras y fragatas y jabeques
El Tigres y el Eufrates correrían
murmurando tu nombre poderoso,
y estos más blancos brazos se abrirían
para estrecharte bien como mi esposo.
¡Amador de la Cruz! ¡AH! ¡quien me diera
que ese tu hermoso labio que es de oroma
una vez estas voces profiriera:
"Dios es Dios; su profeta fué Mahoma!".
Juan Arolas.
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¡Amador de la Cruz! Yo le pusiera
los pliegues nebulosos del turbante
en torno a esa larga cabellera
bajo el calpac de púrpura brillante.
Que en el hermoso cielo de tu frente,
nubes de gasa errantes y ligeras
templarían tal vez el fuego ardiente
que arrojan tus pupilas hechiceras.
Aljuba de costosa orfebrería
diera a tu esbelto talle más primores,
y esa leve cintura estrecharía
ceñidor de kashán con varias flores.
Balajes y amatistas violadas
yo pondría en tus galas y vestidos,
cornerinas de Yemen estimadas,
con versos del Corán allí esculpidos.
Sobre tu dolimán de seda gualda
damasquino puñal asomaría
con el nítido pomo de esmeralda
y el puño de brillante pedrería.
De bayaderas y hadas habitado
tendrías un jardín, y con reposo
mascarías el bétel delicado
fumarías el houca delicioso.
Y mientras en el lecho de las rosas
tomases por la noche sueño largo,
tu frente orearian dos hermosas
con la pluma sutil del faisán argo.
¡Amador de la Cruz! ¡ah! ¡quien me diera
que ese tu hermoso labio es de aroma
una de estas voces profiriera:
"Dios es Dios; su profeta fue Mahoma".
Que entonces más genízaros valientes
por único señor te aclamarían
y en vuestra gran mezquita reverentes
la noble cimitarra te pondrían.
Y fueras el señor de los señores,
y rey con eminente señorío
exaltado por Dios a los honores
del soberano cetro y poderío.
Invistísimo dueño de los mares,
con dirección profética y divina
de grandes fortalezas y lugares
de la casa de Meca y de Medina.
De la Síria, Diarbek y Besarabia,
Bosnia, Servia, Morea y tierras todas
de la Lliria, la Armenía y la Moldavia
y las islas de Chipre, Candia y Rodas.
La mina de Kiebban plata te diera,
cual no hubiera jamás moriscos jeques,
y Metellín con Lemmos te ofreciera
galeras y fragatas y jabeques
El Tigres y el Eufrates correrían
murmurando tu nombre poderoso,
y estos más blancos brazos se abrirían
para estrecharte bien como mi esposo.
¡Amador de la Cruz! ¡AH! ¡quien me diera
que ese tu hermoso labio que es de oroma
una vez estas voces profiriera:
"Dios es Dios; su profeta fué Mahoma!".
Juan Arolas.
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