EL PAJARILLO
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Celos me da un pajarillo
que remontándose al cielo
tanto en sí mismo excede
que deja burlado el viento.
Enamorado del sol
sus plumas bate ligero,
y escalando el aire bajo
toca la región del fuego.
¡Oh quién imitar pudiera,
juguete hermoso del viento,
de tu natural impulso
el acelerado vuelo!
Mi amor ansioso te sigue
con impacientes afectos,
que es dura prisión del alma
la cárcel triste del cuerpo.
Del sol más supremo soy
mariposa en cuyo incendio
deseo abrasarme, cuando
sus luces amante bebe.
Avecilla soy en jaula
que al ver del sol los reflejos
son sus gorgojeos endechas,
con sus trinados lamentos.
Envidio tu libertad,
y abrasándome tus celos
quisiera ser salamandra
para vivir en el fuego.
Los rayos del sol divino
tienen en mi amante pecho,
siendo halago en la prisión
lo que en la prisión tormento.
Vuela, feliz pajarillo
cuando yo presa me quedo,
y viendo que al cabo subes
me llevas el alma al cielo.
Por amante y por cautiva
dos veces presa padezco,
¡oh, quién quebrantar pudiera
de las cadenas el hierro!
¡Oh, tú que con blancas plumas
giras el vago elemento,
sube muy alto si puedes
y serás mi mensajero!
Darás de mis tristes penas
un amoroso recuerdo
a la luz inaccesible
del sol de justicia Eterno,
Dile que sus resplandores
me tienen de amor muriendo,
porque a la luz de mi fe
descubro sus rayos bellos...
Dile que de mi se duela
que rompa el vital elemento,
que desde las prisiones
de tan dilatado tiempo.
Que el mirarle por resquicios
es del amor más tormento,
para al herirme sus rayos
más me abrasa y más me quemo.
Pajarillo, si de amor
has gustado los efectos,
lastímate de mis ansias,
duélete de mis tormentos.
Mi libertad solicita
con mi dulce amante dueño,
y de tus alas, me presta
plumas que vuelen al cielo.
Salga de esta dura cárcel,
de este largo cautiverio,
donde triste gimo y lloro
mi prolongado destierro;
donde advirtiendo tus dichas
tan infeliz me contemplo,
cuanto es mi amor impaciente
y más divino mi objeto.
Gregoria Parra
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Celos me da un pajarillo
que remontándose al cielo
tanto en sí mismo excede
que deja burlado el viento.
Enamorado del sol
sus plumas bate ligero,
y escalando el aire bajo
toca la región del fuego.
¡Oh quién imitar pudiera,
juguete hermoso del viento,
de tu natural impulso
el acelerado vuelo!
Mi amor ansioso te sigue
con impacientes afectos,
que es dura prisión del alma
la cárcel triste del cuerpo.
Del sol más supremo soy
mariposa en cuyo incendio
deseo abrasarme, cuando
sus luces amante bebe.
Avecilla soy en jaula
que al ver del sol los reflejos
son sus gorgojeos endechas,
con sus trinados lamentos.
Envidio tu libertad,
y abrasándome tus celos
quisiera ser salamandra
para vivir en el fuego.
Los rayos del sol divino
tienen en mi amante pecho,
siendo halago en la prisión
lo que en la prisión tormento.
Vuela, feliz pajarillo
cuando yo presa me quedo,
y viendo que al cabo subes
me llevas el alma al cielo.
Por amante y por cautiva
dos veces presa padezco,
¡oh, quién quebrantar pudiera
de las cadenas el hierro!
¡Oh, tú que con blancas plumas
giras el vago elemento,
sube muy alto si puedes
y serás mi mensajero!
Darás de mis tristes penas
un amoroso recuerdo
a la luz inaccesible
del sol de justicia Eterno,
Dile que sus resplandores
me tienen de amor muriendo,
porque a la luz de mi fe
descubro sus rayos bellos...
Dile que de mi se duela
que rompa el vital elemento,
que desde las prisiones
de tan dilatado tiempo.
Que el mirarle por resquicios
es del amor más tormento,
para al herirme sus rayos
más me abrasa y más me quemo.
Pajarillo, si de amor
has gustado los efectos,
lastímate de mis ansias,
duélete de mis tormentos.
Mi libertad solicita
con mi dulce amante dueño,
y de tus alas, me presta
plumas que vuelen al cielo.
Salga de esta dura cárcel,
de este largo cautiverio,
donde triste gimo y lloro
mi prolongado destierro;
donde advirtiendo tus dichas
tan infeliz me contemplo,
cuanto es mi amor impaciente
y más divino mi objeto.
Gregoria Parra
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