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HORTIGUELA: EL PERRO SABIO Y EL PERRO VIEJO...

EL PERRO SABIO Y EL PERRO VIEJO
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Con un can recién comprado,
niños, damas y galanes;
jugaban a todas horas
en el palacio de un grande.
Bien es verdad que había sido,
lectores, trabajo en balde
buscar en Castilla un perro
más instruido o más hábil.
Se mantenía en dos pies;
saltaba con gran donaire;
bailaba graciosamente;
imitaba unos cantares;
daba la para orgulloso;
tomaba de un muerto el aire;
y ora un número acertaba,
ora jugaba a los naipes.
Un perro viejo aquejado
de dolores y de achaques,
que ni por lástima era
acariciado por nadie,
miraba desde un rincón
con abatido semblante,
llorando a lágrima viva
las gracias de su cofrade.
El pobrete había nacido
en la casa, y ni en un instante
a aprender se dedicó
alguna ciencia, algún arte.
Sin embargo, los aplausos
escuchaba sin coraje,
y el elogio que del otro
hacían las circunstancias.
"Con sus talentos-pensaba-
es imposible no agrade
a señoras y criados,
y que su afecto no gane"
Y en pobre tenía envidia
a los talentos brillantes
del perro recién llegado
que tanto en la casa vale.
Así, aquella misma noche,
de su lecho levantándose,
viendo que nadie le mira
y todo en silencio yace,
aunque cojo, el can principia
a dar vueltas desiguales,
imitando lo que ha visto
a su dichoso compadre.
Mas sus patas no resisten;
pierde el aliento y se abate;
se alza, luego y otra vez,
falto de equilibrio cae.
" ¡Ah!-dijo dando suspiro;-
para aprender es ya tarde"
E inclinando la cabeza,
vertió lágrimas de sangre;
y recordó lo pasado,
a su lecho retirándose,
donde maldijo sus años
entre sollozos y ayes.
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También el hombre deplora,
cuando los años se abaten,
al tiempo que malgastara
en cosas poco importantes.
Tardío arrepentimiento
va a acrecentar los pesares,
y el recuerdo de otro tiempo
la mente vacía invade.
Mas ¡ah! que lo que se pierde
en la juventud brillante,
no se encuentra en la vejez,
siempre achacosa y cobarde;
pues entonces sólo vemos
de lo pasado la imagen
para maldecir en vano
nuestra pereza indomable.

Tenorio.
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