LA RAMILLETERA
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Ramilletera de tantos alcores,
siempre vendiendo llenos de cintas,
de cintas verdes y ramos de flores;
si ya vendiendo
te siguen siempre los ruiseñores,
no es por las flores de gayas pintas,
si por el seno do van las cintas.
Del huertecito de los manzanos
dicen que quieres ramilletera,
los olorosos lirios enanos,
¿por qué los quieres
cuando no hay lirios como tus manos?
no por la fama, que es volandera,
si por ser lindas, ramilletera.
Tienen tal magia, tus ojos pardos,
que el Dios con venda sobre los ojos,
entre verbenas, lirios y nardos
guardó su venda,
rompió la aljaba, rompió los dardos,
queriendo sólo que en sus enojos,
sirvan los dardos que hay en tus ojos.
Como andas siempre por los rosales,
y esas tus trenzas son hebras de oro,
dicen no hay otras iguales,
porque en tu trenzas,
a los suspiros primaverales,
van ocultando como un tesoro,
las mariposas su polvo de oro.
Según repiten las zagalejas
por las encinas, de boca en boca,
mientras dormías so las añejas,
altas encinas;
posó en tus labios tropel de abejas,
y al despertarte, la turba loca
panal del Hibla llamó tu boca.
¿Qué más? El día en las junqueras
cogiendo flores quedó tu talle
preso entre juncos y enredaderas
llenas de flores´
se dijo a gritos en las praderas
que entre los juncos del hondo valle
no hay junco verde como tu talle.
No, pues te engrías, dulce paloma,
vendiendo incauta tus ramilletes;
como la incauta
que baja al valle, sube a la loma,
dejando toquen sus brazaletes,
mientras le compran sus ramilletes.
José Ramón Yepes.
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Ramilletera de tantos alcores,
siempre vendiendo llenos de cintas,
de cintas verdes y ramos de flores;
si ya vendiendo
te siguen siempre los ruiseñores,
no es por las flores de gayas pintas,
si por el seno do van las cintas.
Del huertecito de los manzanos
dicen que quieres ramilletera,
los olorosos lirios enanos,
¿por qué los quieres
cuando no hay lirios como tus manos?
no por la fama, que es volandera,
si por ser lindas, ramilletera.
Tienen tal magia, tus ojos pardos,
que el Dios con venda sobre los ojos,
entre verbenas, lirios y nardos
guardó su venda,
rompió la aljaba, rompió los dardos,
queriendo sólo que en sus enojos,
sirvan los dardos que hay en tus ojos.
Como andas siempre por los rosales,
y esas tus trenzas son hebras de oro,
dicen no hay otras iguales,
porque en tu trenzas,
a los suspiros primaverales,
van ocultando como un tesoro,
las mariposas su polvo de oro.
Según repiten las zagalejas
por las encinas, de boca en boca,
mientras dormías so las añejas,
altas encinas;
posó en tus labios tropel de abejas,
y al despertarte, la turba loca
panal del Hibla llamó tu boca.
¿Qué más? El día en las junqueras
cogiendo flores quedó tu talle
preso entre juncos y enredaderas
llenas de flores´
se dijo a gritos en las praderas
que entre los juncos del hondo valle
no hay junco verde como tu talle.
No, pues te engrías, dulce paloma,
vendiendo incauta tus ramilletes;
como la incauta
que baja al valle, sube a la loma,
dejando toquen sus brazaletes,
mientras le compran sus ramilletes.
José Ramón Yepes.
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