LA VIDA
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Leo en mi libro. Es ya la media noche
Las trenzas de mi amada
son un chorro de libras esterlinas.
Y surge su cabeza de las blancas
coberturas del lecho.
como el dibujo de un pintor de hadas.
Me dicen:"Es un perro", o bien "te adora".
Hoy nos hemos reído a carcajadas.
Los amigos me envidian
mi casita, mi ocio, la muchacha,
mi juventud y la sonrisa eterna...
Mi sonrisa es mi fuerza y es mi máscara.
Soy muy feliz, ¡Y bien! Esto es horrible.
Suspiro por mis noches angustiadas,
por mi cruel desolación de huérfano,
por mis horas de lágrimas.
¿A qué vencí? ¿Por qué librar las rudas,
las tremendas batallas,
por la vida y el éxito y el nombre?
¿Para qué la ascensión de las montañas?
La hermosa abre los ojos. Me sonríe.
-Ven, de dicen su voz y sus miradas;
y luego me pregunta:
- ¿En qué piensas?
-En nada
Sentado a mi balcón miro las nubes
errantes Caravanas
de sueños y ambiciones
por mi cerebro pasan.
Mi querida se acerca, y dulcemente
apóyase en mi espalda.
Su cabellera se impregnó en el baño
de un olor de campiña. Me dan ganas
de beber leche, de domar un potro,
de atravesar un río... Nuestra charla
se inicia con un beso. Ella confía
en mis puños. Hablamos del mañana.
¡Cómo es hermoso el gesto del que lucha!
Y el lauro del que triunfa, ¡cómo ata!
Si esta noche de súbito,
a mí viniera un hada
y me dijese:
-Escúchame, poeta;
traigo para tus sienes esta rama
de florido laurel; traigo esta púrpura
para ceñir de púrpura tu espalda;
para tu bolsa un vellocino de oro
y esta rubia gentil para tu cama;
al hada bienhechora
le daría las gracias,
y a trueque de esos dones
le pediría:
-Hada,
ponme en el brazo músculos
y ambición en el alma.
Rufino Blanco Fombona.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
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Leo en mi libro. Es ya la media noche
Las trenzas de mi amada
son un chorro de libras esterlinas.
Y surge su cabeza de las blancas
coberturas del lecho.
como el dibujo de un pintor de hadas.
Me dicen:"Es un perro", o bien "te adora".
Hoy nos hemos reído a carcajadas.
Los amigos me envidian
mi casita, mi ocio, la muchacha,
mi juventud y la sonrisa eterna...
Mi sonrisa es mi fuerza y es mi máscara.
Soy muy feliz, ¡Y bien! Esto es horrible.
Suspiro por mis noches angustiadas,
por mi cruel desolación de huérfano,
por mis horas de lágrimas.
¿A qué vencí? ¿Por qué librar las rudas,
las tremendas batallas,
por la vida y el éxito y el nombre?
¿Para qué la ascensión de las montañas?
La hermosa abre los ojos. Me sonríe.
-Ven, de dicen su voz y sus miradas;
y luego me pregunta:
- ¿En qué piensas?
-En nada
Sentado a mi balcón miro las nubes
errantes Caravanas
de sueños y ambiciones
por mi cerebro pasan.
Mi querida se acerca, y dulcemente
apóyase en mi espalda.
Su cabellera se impregnó en el baño
de un olor de campiña. Me dan ganas
de beber leche, de domar un potro,
de atravesar un río... Nuestra charla
se inicia con un beso. Ella confía
en mis puños. Hablamos del mañana.
¡Cómo es hermoso el gesto del que lucha!
Y el lauro del que triunfa, ¡cómo ata!
Si esta noche de súbito,
a mí viniera un hada
y me dijese:
-Escúchame, poeta;
traigo para tus sienes esta rama
de florido laurel; traigo esta púrpura
para ceñir de púrpura tu espalda;
para tu bolsa un vellocino de oro
y esta rubia gentil para tu cama;
al hada bienhechora
le daría las gracias,
y a trueque de esos dones
le pediría:
-Hada,
ponme en el brazo músculos
y ambición en el alma.
Rufino Blanco Fombona.
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