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EL BURRO Y LA CARGA DE SAL
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Fábula.
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Un rico mercader tenía un burro con unas orejas
de tres palmos. Un día lo cargó con tres sacos
de sal y partió para el mercado para venderlos.
Por el camino tuvieron que atravesar un río
poco profundo, y, como el asno apenas podía con
tanto peso perdió el equilibrio y cayó al agua.
Cuando el mercader consiguió ponerlo en pie, el
agua ya había disuelto la mitad de la sal de los
sacos.
- ¡Maldito burro!-exclamó el mercader-. ¿Es que no
sabes caminar como Dios manda?
Al burro poco le importaron los reproches de su
señor; pues al comprobar que los sacos de sal
pesaban la mitad, se puso más contento que unas
pascuas. Una vez en el mercado, vendió la sal y
compró varios sacos de esponjas. En el camino de
regreso, el hombre y el asno volvieron a pasar
por el río, y el animal recordó como en en el
viaje anterior se había aligerado la carga
gracias a la corriente. Entonces se echó al agua
fingiendo que resbalaba. a"Ahora la carga pesará la
mitad, se dijo". Pero en lugar de disolverse como la
sal, las esponjas absorbieron el agua hasta que se
hincharon y se volvieron pesadas. Al mercader le
costó Dios y ayuda conseguir que el burro se pusiera
de pie y, cuando al fin logró, el animal volvió a
casa tambaleándose, pues apenas podía con aquellas
esponjas que pesaban diez veces más que al principio
............................
Moraleja: Ninguna solución sirve para todos los problemas.
Fedro
-.-.-.-.-.-.-.
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Fábula.
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Un rico mercader tenía un burro con unas orejas
de tres palmos. Un día lo cargó con tres sacos
de sal y partió para el mercado para venderlos.
Por el camino tuvieron que atravesar un río
poco profundo, y, como el asno apenas podía con
tanto peso perdió el equilibrio y cayó al agua.
Cuando el mercader consiguió ponerlo en pie, el
agua ya había disuelto la mitad de la sal de los
sacos.
- ¡Maldito burro!-exclamó el mercader-. ¿Es que no
sabes caminar como Dios manda?
Al burro poco le importaron los reproches de su
señor; pues al comprobar que los sacos de sal
pesaban la mitad, se puso más contento que unas
pascuas. Una vez en el mercado, vendió la sal y
compró varios sacos de esponjas. En el camino de
regreso, el hombre y el asno volvieron a pasar
por el río, y el animal recordó como en en el
viaje anterior se había aligerado la carga
gracias a la corriente. Entonces se echó al agua
fingiendo que resbalaba. a"Ahora la carga pesará la
mitad, se dijo". Pero en lugar de disolverse como la
sal, las esponjas absorbieron el agua hasta que se
hincharon y se volvieron pesadas. Al mercader le
costó Dios y ayuda conseguir que el burro se pusiera
de pie y, cuando al fin logró, el animal volvió a
casa tambaleándose, pues apenas podía con aquellas
esponjas que pesaban diez veces más que al principio
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Moraleja: Ninguna solución sirve para todos los problemas.
Fedro
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