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CHARLA
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Tú eres cielo de otoño, claro y sosa;
Pero en mi la tristeza es un mar de dolor
Que al retirarse deja en mi boca morbosa
El ardiente recuerdo de su amargo sabor.
Vanamente en mi pecho va tu mano a poner;
Lo que ella busca, amiga, es ya lugar saqueado
Por la guerra y el diente feroz de la mujer;
Mi corazón no busques que me lo han devorado.
Está martirizado por la batalla ruda;
Se embriaga, se asesina, enloquece de pena.
-Un vago arma envuelve tu garganta desnuda...
¡Oh belleza, azote de las almas, tú lo ordenas!
¡Con tus ojos de fuego que cual fiestas brillaron,
Calcina estos despojos que las bestias dejaron.
Baudelaire.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
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Tú eres cielo de otoño, claro y sosa;
Pero en mi la tristeza es un mar de dolor
Que al retirarse deja en mi boca morbosa
El ardiente recuerdo de su amargo sabor.
Vanamente en mi pecho va tu mano a poner;
Lo que ella busca, amiga, es ya lugar saqueado
Por la guerra y el diente feroz de la mujer;
Mi corazón no busques que me lo han devorado.
Está martirizado por la batalla ruda;
Se embriaga, se asesina, enloquece de pena.
-Un vago arma envuelve tu garganta desnuda...
¡Oh belleza, azote de las almas, tú lo ordenas!
¡Con tus ojos de fuego que cual fiestas brillaron,
Calcina estos despojos que las bestias dejaron.
Baudelaire.
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