SED DE BELLEZA
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Solo, estoy solo: viene el verso amigo,
Como el esposo diligente acude
De la erizada tórtola al reclamo.
Cual de los altos montes el deshielo
Por breñas y por valles en copiosos
Hilos las nieves desatadas bajan-
Así por mis entrañas oprimidas
Un balsámico amor y una avaricia
Celeste de hermosura se derraman.
Tal desde el vasto azul, sobre la tierra,
Cual de alma de virgen la sombría,
Humanidad sangrienta perfumasen,
Su luz benigna las estrellas vierten
¡Esposas del silencio!-y de las flores
Tal el aroma vago se levanta.
Dadme lo sumo y lo perfecto dadme
Un dibujo de Angelo: una espada
Con puño de Cellini, más hermosa
Que las techumbres de marfil calado
Que se place en labrar Naturaleza.
El cráneo augusto dadme donde ardieron
El universo Hamlet y la furia
Tempestuosa del moro:-la manceba
India que a orillas del ameno río
Que del viejo Chichén los muros baña,
A la sombra de un plátano pomposo
Y sus propios cabellos, el esbelto
Cuerpo bruñido y nítido enjugaba.
Dadme mi cielo azul..., dadme la pura,
La inefable, la plácida, la eterna
Alma de mármol que al soberbio Louvre
Dió, cual su espuma y flor, Milo famosa.
José Martí
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Solo, estoy solo: viene el verso amigo,
Como el esposo diligente acude
De la erizada tórtola al reclamo.
Cual de los altos montes el deshielo
Por breñas y por valles en copiosos
Hilos las nieves desatadas bajan-
Así por mis entrañas oprimidas
Un balsámico amor y una avaricia
Celeste de hermosura se derraman.
Tal desde el vasto azul, sobre la tierra,
Cual de alma de virgen la sombría,
Humanidad sangrienta perfumasen,
Su luz benigna las estrellas vierten
¡Esposas del silencio!-y de las flores
Tal el aroma vago se levanta.
Dadme lo sumo y lo perfecto dadme
Un dibujo de Angelo: una espada
Con puño de Cellini, más hermosa
Que las techumbres de marfil calado
Que se place en labrar Naturaleza.
El cráneo augusto dadme donde ardieron
El universo Hamlet y la furia
Tempestuosa del moro:-la manceba
India que a orillas del ameno río
Que del viejo Chichén los muros baña,
A la sombra de un plátano pomposo
Y sus propios cabellos, el esbelto
Cuerpo bruñido y nítido enjugaba.
Dadme mi cielo azul..., dadme la pura,
La inefable, la plácida, la eterna
Alma de mármol que al soberbio Louvre
Dió, cual su espuma y flor, Milo famosa.
José Martí
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