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HORTIGUELA: AL NACIMIENTO DE NUESTRO...

AL NACIMIENTO DE NUESTRO
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SEÑOR JESUCRISTO.
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Egloga primera.

-Despierta, Gil y verás
una cosa nunca vista,
si puede ser que resista
el águila de más vuelo
ver bordado todo el cielo
de soles de medianoche,
y de que la luna el coche
las cubiertas levantadas
entre nubes esmaltadas
conduce, cantando amores,
aves de tantos colores
como flores tiene el prado.
-Deben de haberse casado
la luna y el sol, Andrés.
El sayo traigo al revés
con a prisa que me diste;
toda la nieve se viste
de claveles y de rosas;
¡oh, qué lindas mariposas,
con alas de azul y oro,
van por el aire sonoro!
¡Quién una de ellas cogiera!
-No hables de esa manera:
que con rostros y cabellos
parecen ángeles bellos
y dorados querubines,
como aquellos serafines
que adoran el arca santa.
Ya Llorente se levanta.
-Buenos días, mayorales.
-Tan buenos que nunca tales
se vieron como se ven
en los montes de Belén.
¡Cosa que lleguen los días
que nos promete Isaías
en el divino Emanüel
venga a comer leche y miel!
Date prisa, enciende fuego.
-Ya sobre las pajas allego
la yesca y el dulce son
del pedernal y eslabón
responde en el valle el eco.
Arrima de lo más seco
de esas mal enjutas ramas;
pon el caldero en las llamas,
mientras que los ajos mondo.
-Allí viene Juan Redondo
cubierto con una manta.
-De mañana se levanta.
-Quien madruga, Dios le ayuda,
¿Luego no queréis que acuda,
repicando en el otero
la campana del mortero?
-El agua está ya caliente.
Pues echa el queso Llorente,
y Gil desmigaje el pan.
No fue la noche de Juan
en casa de Zacarias
ni en todos aquellos días,
tan solemne el regocijo;
¡cosa que naciese el Hijo
del mismo Dios en la tierra!
- ¡Oh, cuál baja por la sierra
desatinado el ganado!
Ya retozan en el prado
los corderos y cabritos
piezas de ajedrez parecen.
-Hola, Gil, que se enloquecen
las vacas y los becerros.
y los lobos y los perros
hacen un baile famoso.
Pon las migas en reposo
para que estén avahadas.
-Ya con sus manos lavadas
se llega Antón colorado.
-Por Sanjunco que es Peinado
el que viene hasta el cogote
zambullido en su capote.
Saca presto las cucharas,
que descenderán a pares,
como han olido al almuerzo.
Ande el ajo y brame el ciervo.
-Poca sal;échale más.
-Vale cara, hermano Blas.
-Muestra la bota y bebamos.
-Con la bota, buenos vamos.
-Ya yo bebo; clo, clo, clo.
A buen tiempo Antón llegó.
- ¿Qué hacéis, pastores aquí?
Venid a ver lo que vi:
que vengo con tal placer
que no me puedo tener
de risa y de regocijo.
Sabed que en nuestro cortijo
un ave se apareció
que si hay fénix pienso yo
que ésta lo debe de ser.
Que acababa de nacer,
dijo con mil alegrías,
el esperado Mesías
remedio de nuestros daños,
y que envuelto en pobres paños
en un portal de Belén
de madre y virgen también,
le hallaríamos al hielo,
haciendo un pesebre cielo.
- ¿Quién de un hijo de tal padre
mereció ser virgen madre?
- ¿Quién? la prima de Isabel,
que de este hermoso clavel
fue rosa de Jericó
que María le parió.
-Pastores, a verle parto.
La virginidad y el parto,
y el ser madre hermosa y bella,
con el honor de doncella
se juntaron en María.
La sibila lo decía
y los profetas también.
-Vamos juntos a Belén:
que será grande consuelo
ver que venga Dios al suelo
y que diga mama y taita.
-Toca, Peinado, la gaita,
y lleven Llorente y Gil
sonajas y tamboril.
-La zapateta daré
que al dimuño con el pie
deshaga toda la cara.
-En los presentes repara.
-Yo llevaré de un año
un lechón de mi tamaño,
que el Rey le pueda comer.
-Y yo, porque es justo hacer
torrijas a la parida,
miel de romero escogida,
con una cesta de huevos.
-Yo, a los ángeles mancebos,
pan de higos y turrón.
-Pastores: Dios ha nacido.
-Venid todos que ha nacido
el Cordero de Sión.

Lope de Vega
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