EL ASNO Y JÚPITER
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"No sé cómo hay jumento
Que teniendo un adarme de talento
Quiera meterse a burro de hortelano.
Llevo a la plaza desde muy temprano
Cada día cien cargas de verdura:
Vuelvo con otras tantas de basura;
Y para aminorar mi pesadumbre,
Un criado me azota por costumbre.
Mi vida ésta: ¿qué será mi muerte?"
Un asno de éste modo se quejaba:
El dios que sus lamentos escuchaba,
Al dominio le entrega de su tejero.
"Esta vida, decía, no la quiero;
Del peso de las tejas oprimido,
A Júpiter me voy con el empeño
De lograr nuevo dueño."
Envióle a un curtidor. Entonces dice:
"Aun con éste amo soy más infelice
Cargado de pellejos de difunto
Me parece correr sin sosegar un punto,
Para matarme sin llegar a vejo
Y curtir al instante mi pellejo."
Júpiter por no oír tan largas quejas,
Se tapó lindamente las orejas;
Y a nadie escucha desde el tal pollino
Sui le hablan de mudanza de destino.
.............................. ....
Sólo en verso se encuentran los dichosos
Que viven ni envidiados ni envidiosos.
La espada por feliz tienen al arado
Como el remo a la pluma y al cayado,
Mas se tienen por míseros en suma
Remo, espada, cayado, esteva y pluma.
Pues, ¿a qué estado llama el hombre bueno?
Al propio nunca, pero sí al ajeno.
Samaniego
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
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"No sé cómo hay jumento
Que teniendo un adarme de talento
Quiera meterse a burro de hortelano.
Llevo a la plaza desde muy temprano
Cada día cien cargas de verdura:
Vuelvo con otras tantas de basura;
Y para aminorar mi pesadumbre,
Un criado me azota por costumbre.
Mi vida ésta: ¿qué será mi muerte?"
Un asno de éste modo se quejaba:
El dios que sus lamentos escuchaba,
Al dominio le entrega de su tejero.
"Esta vida, decía, no la quiero;
Del peso de las tejas oprimido,
A Júpiter me voy con el empeño
De lograr nuevo dueño."
Envióle a un curtidor. Entonces dice:
"Aun con éste amo soy más infelice
Cargado de pellejos de difunto
Me parece correr sin sosegar un punto,
Para matarme sin llegar a vejo
Y curtir al instante mi pellejo."
Júpiter por no oír tan largas quejas,
Se tapó lindamente las orejas;
Y a nadie escucha desde el tal pollino
Sui le hablan de mudanza de destino.
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Sólo en verso se encuentran los dichosos
Que viven ni envidiados ni envidiosos.
La espada por feliz tienen al arado
Como el remo a la pluma y al cayado,
Mas se tienen por míseros en suma
Remo, espada, cayado, esteva y pluma.
Pues, ¿a qué estado llama el hombre bueno?
Al propio nunca, pero sí al ajeno.
Samaniego
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