El otro día, poco después de sumarme a esta Web y, buscando la foto de la primera comunión de nuestro amigo MARCELINO, pasé por alto esta foto de AURELIO, cedida por JOSÉ lUIS; me dije que cuando habría ocasión tenía que volver a buscarla y dejar mi sentir al verla.
A la muerte de mi padre allá por el 2002, dada su grave y repentina enfermedad que se la produjo, el médico de cabecera me aconsejó que visitara al Doctor Alemán. Tras pedir cita me recibió de forma muy amigable. Le fui relatando lo sucedido con mi padre (al tiempo que me recordaba a mi hermano fallecido años atrás), él fue tomando notas escritas a mano, cosa que me sorprendió (supuse costumbre de antiguos galenos). Al tiempo que me señalaba la camilla donde debía acostarme para hacerme una videoendoscopia, me fue relatando viejos recuerdos de Hortigüela que yo tenía ya olvidados, cosa que me llamó también la atención. A su lado estaba su hija, también (según me dicen) magnífica doctora. La verdad que lo pasé mal al introducirme por la garganta aquel pedazo de aparato con el que me fue viendo el intestino del que me sacó una pizca para hacer una biopsia. Al darme positivo me puso un tratamiento para después realizarme la prueba del aliento donde confirmó la desaparición de la bacteria HELICOBACTER PYLORI, de la que él era estudioso (me regaló su libro "La revolución en patología gastroudenal"). Le recordé que su padre estando en Hortigüela me trató de mis dolencias estomacales; tanto es así que vista mi gravedad en uno de mis episodios dolorosos, mandó evacuarme al hospital de la ciudad en ambulancia militar, cosa que tenía que ser muy grave para realizarse. Yo consideré después que me había salvado la vida (suena fuerte, pero así lo siento). Luego tuvimos que lamentar su fallecimiento en la carretera lo mismo que la pena que sentí al ver y enterarme de que a nuestro Dr. AURELIO le diera un ictus y más tarde su empeoramiento hasta producirse su muerte. Cuando paso por donde su hija tiene la consulta, le recuerdo.
Sirvan estos comentarios como agradecimiento a estas buenas personas.
A la muerte de mi padre allá por el 2002, dada su grave y repentina enfermedad que se la produjo, el médico de cabecera me aconsejó que visitara al Doctor Alemán. Tras pedir cita me recibió de forma muy amigable. Le fui relatando lo sucedido con mi padre (al tiempo que me recordaba a mi hermano fallecido años atrás), él fue tomando notas escritas a mano, cosa que me sorprendió (supuse costumbre de antiguos galenos). Al tiempo que me señalaba la camilla donde debía acostarme para hacerme una videoendoscopia, me fue relatando viejos recuerdos de Hortigüela que yo tenía ya olvidados, cosa que me llamó también la atención. A su lado estaba su hija, también (según me dicen) magnífica doctora. La verdad que lo pasé mal al introducirme por la garganta aquel pedazo de aparato con el que me fue viendo el intestino del que me sacó una pizca para hacer una biopsia. Al darme positivo me puso un tratamiento para después realizarme la prueba del aliento donde confirmó la desaparición de la bacteria HELICOBACTER PYLORI, de la que él era estudioso (me regaló su libro "La revolución en patología gastroudenal"). Le recordé que su padre estando en Hortigüela me trató de mis dolencias estomacales; tanto es así que vista mi gravedad en uno de mis episodios dolorosos, mandó evacuarme al hospital de la ciudad en ambulancia militar, cosa que tenía que ser muy grave para realizarse. Yo consideré después que me había salvado la vida (suena fuerte, pero así lo siento). Luego tuvimos que lamentar su fallecimiento en la carretera lo mismo que la pena que sentí al ver y enterarme de que a nuestro Dr. AURELIO le diera un ictus y más tarde su empeoramiento hasta producirse su muerte. Cuando paso por donde su hija tiene la consulta, le recuerdo.
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