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HORTIGUELA: LUZ DE LUNA...

LUZ DE LUNA
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Esplendía su rostro; por los hombros
Rubias quedejas le colgaban: era
Una caricia su sonrisa: era
Ciego de nacimiento: parecía
Que veía: tras los párpados callados
Como un lago tranquilo el alma exenta
Del horror que el mundo ven los ojos,
Sus apacibles aguas deslizaba:-
Tras los párpados blancos se veían
Aves de plata, estrellas voladoras,
en unas grutas pápidas de besos
Risueños disputándose la entrada,
Y en el dorso de cisnes navegando
Del cielo fiel los pensamientos puros.

Como una rama de flor al sosegado
Río silvestre que hacia el mar camina,
Una afable mujer se asomó al ciego:
Tembló encendiéndose, se abrió de rosas,
Y las pálidas manos del amante
Besó cien veces, y llenó con ellas:
En la misma guirnalda entrelazados
pasan los dos la generosa vida:
Tan grandes son las flores, que a su sombra
Suelen dormir la prolongada siesta.

Cual quien enfrena un potro que husmeando
Campo y batalla, en el portal sujeto
Mira como quien muerde, al amo duro,-
Así, rebelde a veces, tras sus ojos
El pobre ciego el alma sujetaba:-
¡Oh, si vieras!-los necios le decían
Que no han visto en sus almas-oh, si vieras
Cuando los trigos requemados,
Su ejército de rayos el sol lanza,
Cómo chispean, cómo relucen, cómo
Hasta el aire, el hinchado campamento
Los cascos mueve y el plumón lustrosos.
Si vieras como el mar, roto y negruzco
Vuelca al barco infeliz, y encuentra al fuerte;
La quilla al barco que lo hunde lame
Y de bote hunde, escumbra, vuelca y traga,
Si vieses, infeliz, cómo la tierra
Cuando la luna llena la ilumina,
Desposada parece que en los aires
Buscando va con planta perezosa,
La casa florecida de su amado.
- ¡Ha de ser, ha de ser como quién toca
La cabeza de un niño!
-Calla, ciego:
Es como asir en una flor la vida.

-De súbito vió el ciego:-esta que esplende,
Dijéronle, es la luna: mira, mira
Qué mar de luz: abismos, ruinas, cuevas,
Todo por ella casto y blando luce
¡Cómo de noche el pecho de las tórtolas!
- ¿Nada más?-dijo el ciego, y retornando
A su amada celosa los rayos abiertos
Ojos, besóle las manos trémulas
Humildemente, y díjile:-No eres nueva,
Para el que sabe amar, la luz de la luna.

José Martí

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