Yo te debo tanto,
tanto amor que ahora,
te regalo mi resignación.
Sé que tú me amaste,
yo pude sentirlo.
Quiero descansar en tu perdón.
Voy a hacer de cuenta
que nunca te fuiste,
que has ido de viaje y nada más.
Y con tu recuerdo,
cuando esté muy triste,
le haré compañía a mi soledad.
Quiero que mi ausencia,
sean las grandes alas,
con las que tú puedas emprender
ese vuelo largo,
de tantas escalas,
que en algún lugar puedas perder.
Yo aquí entre la nada
voy a hablar de todo.
Buscaré a mi modo continuar.
Y hasta que los años
cierren mi memoria
no me dejaré de preguntar:
donde estara mi primavera
un abrazo
tanto amor que ahora,
te regalo mi resignación.
Sé que tú me amaste,
yo pude sentirlo.
Quiero descansar en tu perdón.
Voy a hacer de cuenta
que nunca te fuiste,
que has ido de viaje y nada más.
Y con tu recuerdo,
cuando esté muy triste,
le haré compañía a mi soledad.
Quiero que mi ausencia,
sean las grandes alas,
con las que tú puedas emprender
ese vuelo largo,
de tantas escalas,
que en algún lugar puedas perder.
Yo aquí entre la nada
voy a hablar de todo.
Buscaré a mi modo continuar.
Y hasta que los años
cierren mi memoria
no me dejaré de preguntar:
donde estara mi primavera
un abrazo
Muy bonito, me gusta. Gracias Angélica.
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Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,1-12):
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a
nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el
del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno
solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre
vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será
humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Un abrazo
Angelica.
Palabra del Señor
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a
nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el
del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno
solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre
vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será
humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Un abrazo
Angelica.
Palabra del Señor