LA ESTRELLA DEL MESÍAS Y (2).
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A su trono vayamos reverentes;
La Arabia fértil, Pérsia, Etiopía,
sus tesoros ofrezcan a porfía
al Rey-Niño, Dios-Hombre, salvador.
Cual vasallos rendidos le daremos
con el oro de Ofir, resplandeciente,
el incienso y la mirra de Oriente,
como tributo de filial amor.
Rey-Dios, te aclama nuestra ofrenda:
el oro es del Monarca la diadema;
como Dios, el incienso ante Él se quema;
con la mirra, su cuerpo se ungirá.
Como Rey de la paz del mundo viene;
cual Dios, el mundo en Él será bendito;
y cual Hombre, rescata al que proscrito,
mereciera las iras de Jeová.
Nardos y lirios, rosas y claveles
germinan ante el paso de la Estrella;
el que es Sol de justicia mora en ella,
deshaciendo las sombras de maldad.
Sigamos pues la ruta que nos marca
esta Estrella inmortal del Rey de reyes;
cuyo reino es amor y caridad.
Tal discurren los Magos, prosiguiendo
de la estrella la ruta luminosa,
que en el pobre portal al fin se posa,
donde habita el Monarca de Israel.
En mísero pesebre reclinado
calor le prestan brutos animales,
y en los bastos y pobrísimos pañales
la Virgen Madre envuelve a Emmanuel.
En ella le hallará quién le buscare
cual los pastores de Belén y los Magos;
por ella disfrutar de sus halagos
podrá el arrepentido pecador.
Por ella vuelve al mundo la ventura,
el consuelo, la paz y la esperanza;
por Ella el hombre todo bien alcanza.
Pues es la Madre del Hermoso Amor.
Anónimo.
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A su trono vayamos reverentes;
La Arabia fértil, Pérsia, Etiopía,
sus tesoros ofrezcan a porfía
al Rey-Niño, Dios-Hombre, salvador.
Cual vasallos rendidos le daremos
con el oro de Ofir, resplandeciente,
el incienso y la mirra de Oriente,
como tributo de filial amor.
Rey-Dios, te aclama nuestra ofrenda:
el oro es del Monarca la diadema;
como Dios, el incienso ante Él se quema;
con la mirra, su cuerpo se ungirá.
Como Rey de la paz del mundo viene;
cual Dios, el mundo en Él será bendito;
y cual Hombre, rescata al que proscrito,
mereciera las iras de Jeová.
Nardos y lirios, rosas y claveles
germinan ante el paso de la Estrella;
el que es Sol de justicia mora en ella,
deshaciendo las sombras de maldad.
Sigamos pues la ruta que nos marca
esta Estrella inmortal del Rey de reyes;
cuyo reino es amor y caridad.
Tal discurren los Magos, prosiguiendo
de la estrella la ruta luminosa,
que en el pobre portal al fin se posa,
donde habita el Monarca de Israel.
En mísero pesebre reclinado
calor le prestan brutos animales,
y en los bastos y pobrísimos pañales
la Virgen Madre envuelve a Emmanuel.
En ella le hallará quién le buscare
cual los pastores de Belén y los Magos;
por ella disfrutar de sus halagos
podrá el arrepentido pecador.
Por ella vuelve al mundo la ventura,
el consuelo, la paz y la esperanza;
por Ella el hombre todo bien alcanza.
Pues es la Madre del Hermoso Amor.
Anónimo.
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