De planta cuadrada y desfigurado aspecto guerrero, pero, considerando la proximidad de otro baluarte de muy lejano origen, no sería desacertado relacionarle para formar la barrera defensiva que protegía el macizo montañoso que rodea el Pico de Urbión.
En la
calle denominada «la
torre» se ubica la torre de cuatro plantas, adosada a un
palacio muy modificado para acomodarse a las necesidades de una residencia familiar, que ha perdido toda su fisonomía
militar, y sólo en el interior puede reconocerse algún resto de
escudo nobiliario, acaso de su época de restauración.
Parece que la última planta fue un añadido posterior. La torre se alza sobre un cuadrado de 6.15 por 7 metros de lado y 0.60 metros de grosor de los muros.
Está realizada en mampostería de escasa calidad, excepto en algunos puntos concretos. Desde el interior del palacio se accedía mediante un patín a la primera planta.
Con escasas
ventanas, la más importante se localiza al suroeste, con profusa decoración. En el centro de cada uno de los lienzos superiores sobresalen dos canes que sirven de
adorno. Se cubre con
tejado a cuatro
aguas apoyado en voladizo. Resulta difícil deducir a quién perteneció