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Ermita Virgen del Rosario (Cementerio), HUMADA

Este edificio, que en el pueblo conocemos la ermita del Barrio, se encuentra asentado sobre un pequeño cerro, aproximadamente a 500 m. al este del casco urbano y corresponde a las ruinas de un pequeño templo románico, acondicionadas como recinto del actual cementerio.
Como hemos visto parece ser que bajo el topónimo de Humada se agrupaban unos cuantos barrios conformando una entidad constituida por pequeños núcleos, cada uno con su parroquia, de las que conocemos los nombres de San Andrés, San Pedro, San Quirce, San Millán de Casasola, San Martín y San Miguel, de las cuales sólo las dos últimas han subsistido hasta nuestros días.
Su antigüedad indudablemente no coincide con una advocación tan moderna como es la Virgen del Rosario, cuya mayor expansión se produjo en el siglo XVIII, por lo que cabe pensar que nos hallamos ante una de las parroquias medievales arriba citadas. Ninguna de las localizaciones que propone Gonzalo Martínez para las de San Quirce, San Pedro y San Andrés coincide con ésta, por lo que cabe pensar que fuera la de San Millán de Casasola, la única de la que se desconoce su ubicación concreta.
Hasta la década de los sesenta, del siglo pasado, existía una imagen románica conocida como Virgen del Barrio esta advocación viene a confirmar lo que acabamos de escribir.. Dicha imagen desapareció “misteriosamente” o no tan misteriosamente el caso es que el pueblo no recibió ninguna explicación.
Aunque sin cubierta, se conservan completos los muros del edificio original, cuyas reducidas dimensiones denotan la menguada población a que debía servir. Consta de cabecera cuadrada y una nave, con portada al sur, careciendo de todo rastro de campanario. A esta estructura se le ha añadido modernamente, para su uso cementerial, un cuerpo adosado al sur de la cabecera, que ha hecho desaparecer el muro de la epístola de la capilla mayor.
La cabecera está levantada en mampostería caliza, con utilización ocasional de alguna toba, como la pieza monolítica en que se ha hecho la pequeña saetera que preside el testero. Ha perdido todo el alero, al igual que la cubierta, que fue a dos aguas, seguramente sobre bóveda de cañón apuntado, de la que se llega a ver alguna pieza de la imposta lisa que servía de base.
También ha desaparecido el arco triunfal que daba paso a la nave, ligeramente más ancha que la cabecera pero apenas de 36 m2. Su construcción emplea los mismos materiales y despiece ya vistos, sin que se conserve tampoco el alero, aunque en este caso la cubierta debió ser de madera.
Entre su extrema sencillez destaca, casi como una mole, la portada, formada por un cuerpo avanzado sobre el muro, ahora en sillería arenisca, que también ha perdido todo rastro del tejaroz que debió poseer, aunque en el ángulo superior occidental de este cuerpo parece haberse reutilizado, en una reforma, un canecillo de chaflán.
El arco consta de cinco arquivoltas de medio punto, la primera, cuarta y quinta de simples dovelas cuadrangulares, la segunda cortada a chaflán y decorada con celdillas y la tercera con bocel entre mediascañas.
Carece de chambrana y los apoyos son en tres de los arcos sobre pilastras y en los dos restantes –tercero y quinto- sobre columnillas acodilladas, de basas áticas sobre corto podio y capiteles vegetales de hojas planas y extremos vueltos, a veces con delgados y alargados frutos en los intersticios. Los cimacios e impostas son de listel y chaflán y cabe resaltar el empleo de caliza blanca en las cestas, una piedra que permite una talla más exquisita.
A veces se ha dicho que esta portada ha sido reutilizada, pero creemos que se halla en su ubicación original como denota la planta de la iglesia adjunta. Su morfología, que recuerda en cierto modo a la de Albacastro, tanto en forma como en decoración, corresponde a modelos tardíos, fechables en los años en que s. XII tocaba a su fin.