La
siesta
La siesta es una
costumbre presente en nuestro
pueblo, pero también en otras partes del mundo. Consiste en, después de haber comido, podemos descansar media hora entablando un corto sueño con el propósito de reunir energías para el resto de la jornada. Dormir la siesta ayudaba y ayuda en los tiempos actuales a aumentar la productividad en el trabajo, se ha entendido desde los siglos más remotos que la siesta además de una costumbre, ha sido una necesidad fisiológica.
Muchos disfrutaban de la siesta recostados en el escaño durante el
Invierno o bien en
Verano en
la era y a la
sombra del
carro.
La
matanza del
cerdo
Entre las
costumbres que destacan en torno a la matanza, se cuentan las relacionadas con lo que se considera casi un ritual. Por ejemplo, las fechas, pues han de observarse las fases lunares, debiendo sacrificar al animal siempre que la luna se encuentre en cuarto menguante con el fin de que la carne no se pudra en el proceso de curación, ya que según las creencias populares de hacerlo en cuarto creciente, el tocino se pondría rancio. El cerdo deberá estar en ayunas como mínimo 24 horas antes, pues se evita el engorro de limpiar los intestinos llenos de excrementos. Ya se sabe que esas tripas se van a lavar para que sirvan de soporte al embutido. El día de la matanza, bien temprano, tanto los familiares de la
casa en que se mata, como los vecinos invitados a participar en las tareas que conlleva, se disponen a entrar de lleno en la faena que cada uno tiene asignada: el matachín, bien provisto de un largo y afilado cuchillo, los hombres que le ayudan a tener del marrano para que se le pueda sujetar en el banco de sacrificio en el trance de matarlo, una mujer provista de un cacharro y una cuchara larga de madera para ir batiendo la sangre según cae, para que no se cuaje y salgan unas buenas morcillas. Después, una vez abierto en
canal, se procede a sacarle las asaduras, llevar las vísceras al veterinario y colgar el animal, abierto en canal hasta el día siguiente. Luego, el destace y el picadillo para los chorizos y salchichones, labor en que no pueden ayudar las mujeres si están en su ciclo menstrual, pues de lo contrario se podría estropear toda la
masa por una influencia nunca bien explicada.
Por eso, el simpático y gruñón marrano, "chino", se adueñó de pocilgas y cubiles para vivir regaladamente, de noviembre a noviembre, sin sospechar que tanto cuidado y tanta sobredosis en su dieta, terminaban en cada
san Martín con una muerte cruenta que, paradójicamente, daba lugar a las
fiestas familiares más intensas, ya que según se decía: «Tres días hay en el año, que se llena bien la panza, Nochebuena, Nochevieja y el día de la matanza».
LOS AGUINALDOS
En el
pueblos era costumbre de pedir y dar "el aguinaldo" durante las fiestas de
Navidad y más concretamente el día de Año Nuevo.
Los niños y niñas salían a pedir los aguinaldos con gran ilusión con
nieve o con sol salían a recorrer las
calles del pueblo haciendo la postulación casa por casa, siguiendo una antigua costumbre que habían visto practicar a sus hermanos mayores, cantando letras también tradicionales como ésta:
Aguinaldos, aguinaldos,
Dios nos dé buen año,
arcas de trigo, perniles de tocino y al que no nos dé nada chinches y sarna debajo de la cama...
Al llegar ante la
puerta de cada casa se cantaba sin interrupción y tanto más fuerte cuanto más tardaban en abrir la puerta. Las mujeres de casa, generosas o tacañas, dejaban entrar a los niños al portal de la casa y distribuían
frutas, dulces,
frutos secos o dinero. Ordinariamente daban frutas típicas de Navidad o de los que se recolectaban en el pueblo:
nueces, pasas de ciruela, higos,
castañas, galletas, caramelos, chocolate y otros dulces.
Juegos populares:
Estos juegos son considerados como actividad lúdica de carácter ancestral que se transmite de generación en generación. Sirven para tansmitir los valores culturales del lugar.
El
Juego de las Tabas
Las Tabas es un juego de gran
tradición, practicado exclusivamente por las niñas.
La taba Es un hueso que se encuentra en el "corvejón" de la pata trasera de las
ovejas.
Las caras de la taba, se denominan: "penca", a la cara convexa; "hoyo", a la parte cóncava; "güito", a la parte lisa y "carne", a la parte opuesta al güito.
Los instrumentos son cinco o siete tabas y un pito, una bola de cristal, como una canica, que se sacaba de las botellas de gaseosa.
Para saber quién había de ser la primera en tirar, se quedaba de acuerdo en que la niña que, al lanzar las tabas al suelo sacara, por ejemplo, más hoyos, tiraba la primera y así sucesivamente.
El juego comenzaba lanzando al mismo tiempo el pito al aire y dejar caer las tabas, recogiéndolo al vuelo antes de caer al suelo.
A continuación la niña decía: "a hoyos" y lanzaba el pito a l o alto, lo recogía al vuelo con una mano, mientras con la otra, con gran rapidez intentaba poner las tabas en la posición de hoyos. Una vez puestas todas las tabas en esta posición, se seguía haciendo lo mismo con las distintas caras de las tabas.
La niña que terminaba antes el proceso, ganaba el juego.
Si, al realizar estos movimientos, el pito caía al suelo, comenzaba a tirar la siguiente niña.
El juego de las CANICAS
Solían ser de barro o de cristal. Antiguamente se consumía una gaseosa cuya botella se cerraba con una bola de cristal que los chicos guardaban como un tesoro. A veces, aparecían unas canicas de
piedra que eran temidas en el juego porque rompían las canicas de arcilla. El juego de canicas debe ser antiquísimo en la Tierra de
Burgos, pues en algunas tumbas celtíberas, se han hallado tales bolitas sin que los arqueólogos nos hayan dado una explicación definitiva sobre ellas.
A las canicas se jugaba en cuclillas a ras del suelo, y la bolita se arrojaba impulsada con los dedos de la mano, abierta o cerrada, con el pulgar y también con el índice o corazón. Había una manera muy sencilla de jugar: Se hacía una apuesta entre dos o más jugadores y uno salía con su canica; el siguiente lanzaba la suya a "matar", a tocarla y en este caso pasaba a ser suya. Con los disparos alternativos se recorría varias veces la
plaza del pueblo y había quien volvía a su casa con un fardelico de canicas ganadas.
Otras dos maneras de jugar, más complicadas, eran al "huevo" y al "guá". Para la primera, se dibujaba un cuadrado en el suelo y cerca de uno de los lados se hacía un cerco en forma de huevo donde se colocaban las cosillas que se jugaban, por ejemplo, cartones de cerillas, canicas e incluso, centimillos. El juego consistía en sacar a "canicazos", las dichas cosillas y en "matar", a los adversarios. La canica no podía salir del cuadro ni tampoco quedar en el círculo oval y para "matar", se requería pasar por el "huevo", aunque no hubiera empujado nada.
El "guá", era un hoyico practicado en el suelo hacia el cual se empujaba a golpes de la canica propia la del adversario. Si caía en el "guá", el dueño perdía la propiedad de la canica. Si se lanzaba la canica y no tocaba a la del otro jugador se perdía el turno de lanzamiento.
El Juego del Marro
Este juego se suele realizar en la plaza del pueblo o en
las eras, porque se requiere un espacio amplio para poder correr.
Se hacen dos equipos de niños/as, se marca con una raya la "casa" de cada equipo, un en frente del otro, a una distancia mínima de 30 m.
Estando todos en posición, se da la
señal de salida y salen unos a "pillar" a otros.
Cada miembro del equipo contrario que es atrapado, pasa a la "casa" del equipo que lo ha atrapado y se pone detrás de la raya con los brazos en
cruz. Los miembros de su equipo pueden salvarle, si logran tocarle en la mano.
El juego termina cuando todos los miembros de un equipo son capturados.
El juego de bolos
La bolera ha unido mucho a las personas creándose nuevas actividades a partir de la bolera. Los meses de verano hay un buen ambiente debido a la participación de las personas residentes y veraneantes.
Juego de Bolos (Pasabolo - Tablón - Viga)
Sólo se necesita una bola, tres bolos, un caldero con
agua y arcilla.
El
campo de juego es un rectángulo de unos 30 m de largo x 8 m de ancho; el tablón (tiene en su final 3 hendiduras con una chapa donde se "pinan" los bolos con arcilla en la base para sujetarlos), puede tener unos 8 m de largo. El espacio para tomar carrerilla hasta el "pato", unos 4 m; los 20 restantes son los que hay desde el final del tablón hasta la "viga". Ésta es una zanja, no muy profunda con 2 postes a sus extremos. Entre ellos tienen que pasar los bolos para hacer jugada. Jugada máxima, los 3 bolos al vuelo entre los 2 postes por encima de la "viga" siempre que la bola llegue a la "viga"...
El juego del Pincho Romero
Se solía jugar en las eras, pero había que elegirlas con cuidado, pues a algunos amos les llevaban los diablos cuando los chicos elegían la suya. Y razón tenían. Cada jugador se armaba de un pincho de madera dura, bien aguzado con la azuela; su largura era por lo menos de medio metro. Se lanzaba con fuerza al suelo para clavarlo, pues se perdía si el palo se caía o un compañero te lo desmontaba. Veías entonces cómo un jugador cogía tu pincho con la mano izquierda y lo arrojaba al aire para arrearle un buen estacazo con su pincho, y lanzándolo lo más lejos posible, al tiempo que gritaba: " ¡A Roma y cinco! O siete o diez...,". Mientras tu corrías a recoger tu pincho los otros jugadores debían clavar el suyo tantas veces como se hubiera ordenado, pues si tú volvías a clavar tu pincho antes que ellos hubieran cumplido, vencías y podías mandar a Roma el pincho del otro...
Lo de "pincho romero", se debía a la tan fugaz peregrinación a Roma.