El cuento de la Haba que nunca se acaba
Una vez la Haba estuvo en la
calle, se despidió de sus
amigos y sobre sus zapatos amarillos empezó a caminar
camino del
Cine. "Me apetece ver una buena película, hoy" - se dijo. Así que se dirigió hacia la taquilla del Cine, pasó de largo y se acomodó en las butacas, eso sí, sin ser indiscreta, mirando a los espectadores de la última fila. Pues ella sólo se ponía allí para que no la descubriera el acomodador, ya que no había pagado la entrada.
Disfrutó
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