Háblame de la siesta...
Suena el agua en la fuente...
Las ventanas se velan de intimidad.
La calle arde al sol.
En el campo, las víboras se muerden retorcidas de calor y de celo;
el alacrán se clava su aguijón,
y, en el patio, avispas de oro negro zumban junto al racimo verde del
emparrado;
y desde la ensombrada galería,
en el turbio coágulo del espejo, se refleja el fruto exhausto del limón
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Un aire de abanicos y geranios acaricia la piel,
y el alma se esconde pequeña como una araña en el
rincón oscuro,
ante el despertar de los deseos, bellos como faisanes de pedrería,
que pasean su cola de amatista y de ópalo
por el bosque caliente de la sangre.
Dime ahora la
noche...
La noche es toda azul. Como la hoja inmensa de un plátano azulado junto
a un
lago de
aguas azules.
La noche tiende cortinas que sujeta en palomas.
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