Puedes cortar tus trenzas, Berenice,
y darlas ya de ofrenda en el
altar
si es que a mí mismo has decidido amar
y está en tu mente cuando a la
mar me hice.
Vé que ese sacrificio mucho dice
de ti y de mí a quien me ayudó a tornar:
lo prometido es deuda, y no ha lugar
a no cumplirla a aquel que nos bendice.
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