¿Están todas las cabras? – le preguntó la señora al lobo disfrazado de pastor. Y como este le respondió afirmativamente, le dijo – Pues baja a la cuadra y ordéñalas
El lobo bajó a la cuadra y como no había cabras que ordeñar, llenó el caldero con el pis del burro que en ese momento estaba orinando. Mientras el lobo estaba en la cuadra, llegó la perrita cojeando y le dijo a su dueña que el pastor era un lobo y que se había comido a las cabritas. La mujer cogió la escoba y se escondió detrás de
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Mientras la mujer estaba fuera, el lobo oyó que en la cocina había un gatito y le dijo
- Ábreme el saco, gatito, y te daré chorizo
Y el gato, que estaba hambriento, le abrió el saco. El lobo, metió en el saco los cacharros de la cocina y volvió a atar el saco. Después se fue corriendo para que no le encontraran cuando volviesen todos.
Cuando la mujer volvió con varios hombres que traían unos garrotes muy grandes, les señaló el saco y les dijo
- Darle una buena paliza, para que no vuelva a aparecer por el pueblo
Los hombres se dedicaron a dar garrotazos en el saco, que sonaba como a huesos rotos, hasta que la mujer les dijo
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