Es adagio que
río que crece de súbito, crece con
aguas turbias. Y el torrente estruendoso deslumbra, se despeña, salta, devasta, más no hace buenas las tierras comarcanas, como el
agua serena del arroyo. El azar, como Saturno, devora a sus hijos. Los hijos de Ceres y de Jano, de la
agricultura y la paz, duran más que los hijos de Saturno.