Resplandece la
noche
y su mirada es venenosa,
las estrellas montaraces
se arremolinan en torno a los ecos.
La
barca va por el
río incendiado
prendida en el pulso que nutre mi corazón,
los graves timbales portan el peso de las
sombras,
cortejo que avanza por las orillas,
y los remos son ayes
escritos en las llamas.
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