Cuento publicado el 17 de Agosto de 2015
Había una vez un reino muy muy muy lejano, llamado Colorete. Sus ciudadanos eran tan pero tan chiquititos como una Vaquita de
San Antonio, pero tenían un corazón grande como el
castillo del Príncipe Arcoíris, pero ¡Ojo! Este pobre príncipe, hijo de la Reina Colorinche, nació con un hechizo que no le permitía ver la belleza de los
colores por lo tanto su vida era aburrida, siempre negro y blanco, blanco y negro o blanco, negro y gris, ¡Imagínense lo triste
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