Bien se disculpa el picar, por el gusto de rascar.
Blanco y mojado, sopas de leche. Boda y mortaja, del cielo baja.
Boda, en igualdad, hasta en la edad. En mi largo cabalgar me adentre en un bosque y al no ver el fin y por miedo a perderme busque el reflejo de tus ojos en las estrellas para poder encontrarte y así poder probar tus dulces labios. Cuando el corazón se agita, se ofrenda rutinariamente. Por eso, sólo el sabio es capaz de agotar el sentido de la ofrenda. El que conoce la verdad no es igual al que la ama. Cuando veas un hombre bueno, piensa en imitarlo; cuando veas uno malo, examina tu propio corazón.