40- EL CHIFLITO. Por Miguel-A. Cibrián, FAer.
El título de este texto puede parecer bastante raro. Por ello, aclararé que se trata de una modalidad regional típica para nombrar a un chiflato. Y como esta última palabra sí está recogida en el diccionario, pero es poco utilizada, para los lectores la identificaré mejor si digo que chiflato es sinónimo de silbato.
Cuando iba a la escuela de mi pueblo, hacíamos chiflitos de diversas formas, casi siempre a partir de elementos completamente naturales. Así, hacíamos unos con ramas verdes de chopo: El procedimiento consistía en despegar la corteza sin romperla y volver a colocarla en su sitio después de hacer algunas ranuras en la parte leñosa. Otros chiflitos eran mucho más sonoros que los anteriores, y los hacíamos a partir de la corteza del tronco de los sauces. Estos silbatos se metían completamente en la boca para colocarlos sobre la lengua. Por ello, después de algún tiempo de uso, terminaban siendo una masa húmeda, pastosa y repugnante donde quedaba adherido todo cuanto entraba en contacto con el silbato mientras estaba guardado en el bolso después de su utilización
El título de este texto puede parecer bastante raro. Por ello, aclararé que se trata de una modalidad regional típica para nombrar a un chiflato. Y como esta última palabra sí está recogida en el diccionario, pero es poco utilizada, para los lectores la identificaré mejor si digo que chiflato es sinónimo de silbato.
Cuando iba a la escuela de mi pueblo, hacíamos chiflitos de diversas formas, casi siempre a partir de elementos completamente naturales. Así, hacíamos unos con ramas verdes de chopo: El procedimiento consistía en despegar la corteza sin romperla y volver a colocarla en su sitio después de hacer algunas ranuras en la parte leñosa. Otros chiflitos eran mucho más sonoros que los anteriores, y los hacíamos a partir de la corteza del tronco de los sauces. Estos silbatos se metían completamente en la boca para colocarlos sobre la lengua. Por ello, después de algún tiempo de uso, terminaban siendo una masa húmeda, pastosa y repugnante donde quedaba adherido todo cuanto entraba en contacto con el silbato mientras estaba guardado en el bolso después de su utilización