Cursi
El apelativo cursi viene a definir a la persona que pretende ser fina y elegante, sin conseguirlo. Aunque algunos autores sitúan el origen del término en la acepción árabe Kursi, que podría significar figurón, la tradición popular lo emplaza en el Cádiz del siglo XIX. Existen dos simpáticas hipótesis. La primera se refiere a la guasa que gastaron las chirigotas gaditanas durante el carnaval con las hijas de un sastre francés llamado Sicourt. Las jóvenes eran tan relamidas que no tardaron en ser víctimas de las coplas populares que, repitiendo el apellido del padre, decían: "Las niñas de Sicourt, Sicourt, Sicourt...". De repetir el estribillo, las sílabas acabaron trastocándose, y surgió la versión "las niñas de court-si..." La segunda conjetura no es menos divertida. Cuentan que en Cádiz vivían dos señoritas ricas y huérfanas apellidadas Tessi y Curt. Sus extravagancias y la originalidad de los atuendos las convirtieron en el blanco de chuflas populares. La chispa del pueblo andaluz, aderezada por su peculiar acento, habría transformado los apellidos de estas dos mujeres, que pasaron de Tesicurt a Curt
El apelativo cursi viene a definir a la persona que pretende ser fina y elegante, sin conseguirlo. Aunque algunos autores sitúan el origen del término en la acepción árabe Kursi, que podría significar figurón, la tradición popular lo emplaza en el Cádiz del siglo XIX. Existen dos simpáticas hipótesis. La primera se refiere a la guasa que gastaron las chirigotas gaditanas durante el carnaval con las hijas de un sastre francés llamado Sicourt. Las jóvenes eran tan relamidas que no tardaron en ser víctimas de las coplas populares que, repitiendo el apellido del padre, decían: "Las niñas de Sicourt, Sicourt, Sicourt...". De repetir el estribillo, las sílabas acabaron trastocándose, y surgió la versión "las niñas de court-si..." La segunda conjetura no es menos divertida. Cuentan que en Cádiz vivían dos señoritas ricas y huérfanas apellidadas Tessi y Curt. Sus extravagancias y la originalidad de los atuendos las convirtieron en el blanco de chuflas populares. La chispa del pueblo andaluz, aderezada por su peculiar acento, habría transformado los apellidos de estas dos mujeres, que pasaron de Tesicurt a Curt