¿Entiendes lo que es amar?
Agonizaba mi alma, en triste autocompasión
y de sus fibras sensibles salía humilde canción,
como trompeta de fuego expandía el rumor
que en la muerte ella buscaba, descanso y consolación.
Y atravezando la nada, en el espacio flotando,
como una cascada suave de burbujas de jabón,
las palabras amorosas, se deslizaron jugando,
indagando, muy curiosas, con infantil sencillez,
con machacona insistencia, decía una y otra vez,
¿Como estás de salud? ¿Como estás de salud?
Y ella no contestaba, fastidiada lo miraba,
hacia tema diferente la conversación giraba,
y el suave, dulcemente, aguardaba la ocasión,
entre susurros pacientes de ternura maternal,
que ella guardara silencio para poder preguntar,
¿Como estás de salud? ¿Como estás de salud?
y su paciencia dió fruto, y la respuesta brotó,
y entre abrazos y sonrisas la confidencia nació,
las miradas suavizadas, pletóricas de gran dolor,
se unieron entrelazadas por el celestial amor,
y aquellos dos rostros bellos que el Padre
desde lo alto, sonriendo contemplaba,
fueron cubiertos de rayos de mágico esplendor.
Agonizaba mi alma, en triste autocompasión
y de sus fibras sensibles salía humilde canción,
como trompeta de fuego expandía el rumor
que en la muerte ella buscaba, descanso y consolación.
Y atravezando la nada, en el espacio flotando,
como una cascada suave de burbujas de jabón,
las palabras amorosas, se deslizaron jugando,
indagando, muy curiosas, con infantil sencillez,
con machacona insistencia, decía una y otra vez,
¿Como estás de salud? ¿Como estás de salud?
Y ella no contestaba, fastidiada lo miraba,
hacia tema diferente la conversación giraba,
y el suave, dulcemente, aguardaba la ocasión,
entre susurros pacientes de ternura maternal,
que ella guardara silencio para poder preguntar,
¿Como estás de salud? ¿Como estás de salud?
y su paciencia dió fruto, y la respuesta brotó,
y entre abrazos y sonrisas la confidencia nació,
las miradas suavizadas, pletóricas de gran dolor,
se unieron entrelazadas por el celestial amor,
y aquellos dos rostros bellos que el Padre
desde lo alto, sonriendo contemplaba,
fueron cubiertos de rayos de mágico esplendor.