Sin poderse alegrar de cosa alguna,
de invidia, de ira y rabia ardiendo el pecho,
mirando la ocasión de su despecho,
en brazos de Endimión decía la Luna:
" ¡Ah, dichosa Amarílida!, fortuna
que el más fiel pastor siervo te ha hecho;
te asegura del mal, de quien sospecho
que si no tú, escapar puede ninguna.
Tú sola vivirás leda y contenta,
de aquel desimular de amor sigura,
que en los hombres sin fe se anida y sella."
Endimión, que oyendo esto se afrenta,
responde así: "Hizo igual ventura
a la fe del pastor, la beldad della."
de invidia, de ira y rabia ardiendo el pecho,
mirando la ocasión de su despecho,
en brazos de Endimión decía la Luna:
" ¡Ah, dichosa Amarílida!, fortuna
que el más fiel pastor siervo te ha hecho;
te asegura del mal, de quien sospecho
que si no tú, escapar puede ninguna.
Tú sola vivirás leda y contenta,
de aquel desimular de amor sigura,
que en los hombres sin fe se anida y sella."
Endimión, que oyendo esto se afrenta,
responde así: "Hizo igual ventura
a la fe del pastor, la beldad della."