Bodas y entierros.
Una tarde entera luchando contra el barro
cuando íbamos al
pueblo recién fundado.
Un viaje de ebrios entre la susurrante penumbra
esquivando las ramas enloquecidas.
Viajamos y viajamos
aún sabiendo que todo no puede sino terminar
en una
casa miserable desde donde se mira
esa luz obstinada en pelear contra la
noche.
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