LA CENICIENTA
Francisco José Briz Hidalgo
Érase una vez una niña muy guapa
a la que todos llamaban «Cenicienta»,
porque su madrastra la hacía dormir
junto a las cenizas de la chimenea.
Cenicienta fregaba, Cenicienta barría,
Cenicienta planchaba, Cenicienta cosía.
Cenicienta se pasaba todo el tiempo
fregando, barriendo, planchando y cosiendo.
Dos hijas más tenía la madrastra
pero en la casa nunca hacían nada,
eran perezosas, feas y malas,
se levantaban casi al mediodía
de mal humor pidiendo la comida.
Francisco José Briz Hidalgo
Érase una vez una niña muy guapa
a la que todos llamaban «Cenicienta»,
porque su madrastra la hacía dormir
junto a las cenizas de la chimenea.
Cenicienta fregaba, Cenicienta barría,
Cenicienta planchaba, Cenicienta cosía.
Cenicienta se pasaba todo el tiempo
fregando, barriendo, planchando y cosiendo.
Dos hijas más tenía la madrastra
pero en la casa nunca hacían nada,
eran perezosas, feas y malas,
se levantaban casi al mediodía
de mal humor pidiendo la comida.
Cierto día corrió el rumor
de que el Rey de aquella nación
preparaba un baile en honor
de todas las chicas hermosas,
porque estaba buscando esposa
para su hijo y heredero: el Príncipe.
Ocurrió algo indescriptible,
todas las chicas solteras,
de la última a la primera,
corrieron a preparar
el baile, que en Primavera,
pronto se iba a celebrar
en el Palacio Real.
de que el Rey de aquella nación
preparaba un baile en honor
de todas las chicas hermosas,
porque estaba buscando esposa
para su hijo y heredero: el Príncipe.
Ocurrió algo indescriptible,
todas las chicas solteras,
de la última a la primera,
corrieron a preparar
el baile, que en Primavera,
pronto se iba a celebrar
en el Palacio Real.