LA VIEJECITA TITIRITAÑA
Una viejita titiritaña
vivía en su casa de la montaña
con cinco nietos que la mimaban
y un gato blanco que ronroneaba.
Sus tres bisnietos bien la querían
le daban besos, la consentían
y por las noches, mientras dormía
todos sus postres los engullían.
Titiritaña,
patas de araña,
salta la cuerda con una caña.
Infla los globos de los festines
parada -siempre- en sus dos patines.
Es tan alegre la viejaraña
que no se enfada cuando una extraña
a ella le dice:
" ¡Hola!, viejita titiritaña
¿por qué hace tiempo que no se baña?"
Y la buenaña
que hace cien años que no se baña
responde ufana y con mucha gana:
Ya por mi ducha no sale agua
la espuma de algas está muy cara
y, pa' el enjuague no queda nada.
Así, sus nietos y sus bisnietos,
entre perfumes de feos ungüentos,
comen sus tartas y chocolates...
Pues los aromas de mal aliento
a otros lugares los lleva el viento.
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Una viejita titiritaña
vivía en su casa de la montaña
con cinco nietos que la mimaban
y un gato blanco que ronroneaba.
Sus tres bisnietos bien la querían
le daban besos, la consentían
y por las noches, mientras dormía
todos sus postres los engullían.
Titiritaña,
patas de araña,
salta la cuerda con una caña.
Infla los globos de los festines
parada -siempre- en sus dos patines.
Es tan alegre la viejaraña
que no se enfada cuando una extraña
a ella le dice:
" ¡Hola!, viejita titiritaña
¿por qué hace tiempo que no se baña?"
Y la buenaña
que hace cien años que no se baña
responde ufana y con mucha gana:
Ya por mi ducha no sale agua
la espuma de algas está muy cara
y, pa' el enjuague no queda nada.
Así, sus nietos y sus bisnietos,
entre perfumes de feos ungüentos,
comen sus tartas y chocolates...
Pues los aromas de mal aliento
a otros lugares los lleva el viento.
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