No existen ya auroras bellas
satinadas de esplendor
ni trinos del ruiseñor
mitigando mis querellas.
Tu ausencia dejó sus huellas
en mi corazón contrito
que late sombrío y marchito
sobre procelosos mares,
sin brillos crepusculares
al marcharte al infinito
satinadas de esplendor
ni trinos del ruiseñor
mitigando mis querellas.
Tu ausencia dejó sus huellas
en mi corazón contrito
que late sombrío y marchito
sobre procelosos mares,
sin brillos crepusculares
al marcharte al infinito