En la época de la siega, lo más divertido de todo era la merienda.
¡Oh no ¡
A la orilla del río Urbel, después de acabar la jornada, una buena cesta llena de cosas ricas, era una delicia sentarse en el prado y con buen humor a darle cuenta a la cestilla que algún buen samaritano trajo desde el pueblo para deleite de todos los comensales.
Buen yantar, y mejor provecho.
¡Oh no ¡
A la orilla del río Urbel, después de acabar la jornada, una buena cesta llena de cosas ricas, era una delicia sentarse en el prado y con buen humor a darle cuenta a la cestilla que algún buen samaritano trajo desde el pueblo para deleite de todos los comensales.
Buen yantar, y mejor provecho.