ÁNGEL GANIVET
Te marchaste en la mágica sonata
de una noche, con todos los rebaños
febriles de tus propios desengaños,
a una alborada sumamente grata.
Mientras subías por su escalinata
alfombrada con hábitos extraños,
se abrían paso sobre sus peldaños
recuerdos como chispas de fogata..
Cegado por la luz de la añoranza,
impulso que a la nada precipita,
te transformaste en música de río.
Por fin equilibraste la balanza
de tu vida tan pura en dinamita
como en amor que no produce hastío.
Te marchaste en la mágica sonata
de una noche, con todos los rebaños
febriles de tus propios desengaños,
a una alborada sumamente grata.
Mientras subías por su escalinata
alfombrada con hábitos extraños,
se abrían paso sobre sus peldaños
recuerdos como chispas de fogata..
Cegado por la luz de la añoranza,
impulso que a la nada precipita,
te transformaste en música de río.
Por fin equilibraste la balanza
de tu vida tan pura en dinamita
como en amor que no produce hastío.
