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LA NUEZ DE ARRIBA: Buen día marcelino, ha tu estenso mensaje te respondere...

Buen día marcelino, ha tu estenso mensaje te respondere más tarde. Mientras tanto te dejo este bonito escrito que he encontrado por ahí.

Hablar de tradiciones, querido lector, no es sólo presentar unos recuerdos, sino dar honra también a algo que es y forma parte de nuestra vida y de lo que fueron, en gran medida, creadores nuestros antepasados.
Nos toca aquí, -y nunca mejor dicho- hablar de campanas, vieja e histórica tradición española, milenaria de herreros y forjadores, maestros del buen hacer y símbolo, no pocas veces, de gestas guerreras en la lucha contra la morisma.
No es cualquier cosa tocar y dar volteos a una campana, pues siendo elemento sencillo, ni es fácil su manejo, ni debe olvidarse que se trata de un instrumento musical. Por ello tocar una campana, voltearlas al viento y hacerlas cantar, es más que un oficio, es un arte que crea musicalidad, que expresa un estilo y que lleva siempre, cualquiera que sea su son, enorme carga de sentimientos. br Muchos han sido los campaneros y no pocos, de entre ellos los que con ilusión y profundo sentido de su quehacer entendieron el oficio como un arte, como medio de comunicar y hacer mensajes y no pocas veces como una oración.
El autor de este libro, D. Pascual Calvete Hernández, es hoy ejemplo viviente de esa tradición; campanero de alcurnia, maestro en el buen hacer y narrador como pocos del misterio, encanto y misticismo que encierran campanarios y campanas.
Santo Domingo y San Martín, Catedral y San Pedro el Viejo, han sido durante muchos años las cátedras desde las que el siempre bueno y caballero Calvete, explicó a los vientos oscenses la emoción de los redobles, la alegría de los repiques y esos juegos de armonía que pocos como él sabe imprimir al bronce.
Conferenciante y narrador, conoce y archiva en su privilegiada memoria, el nombre, historia, peso y condiciones de campanas infinitas y cuando fue a tierras de otros lares a competir en concursos, fue siempre de los primeros, honrando a su tierra del Altoaragón en el arte de tañer.
Toma este libro, paciente lector, como amoroso homenaje a las campanas y prestarás así un gesto de estima a su autor, que, de verdad se lo merece.

José Fabián López