El agua al correr siempre me ha dado la sensación de ser como la vida, que nunca se detiene, que se hace de instantes, en que ningún momento es igual a otro, y sin embargo parecieran ser una repetición eterna. La vida es así, se va con tanta velocidad que no la notamos, arrastrando con ella nuestra juventud, nuestros sueños, nuestras fuerzas, pero aun así no podemos evitar que vengan nuevos días con nuevas cosas … que también pasaran.
Incluso nosotros pasamos, con toda nuestra soberbia, somos como una hojarasca que es arrastrada, lo entendamos o no, desde que fuimos estamos destinados a dejar de ser; otros vendrán y serán y también pasaran.
Cuantas veces siendo niña desee retener un poco de agua entre mis manos apretadas; por más que lo intenté, el agua se escurrió, a veces de prisa, a veces despacio, pero siempre se fue.
Y siendo adulta cuantas veces soñé con poder retener entre mis brazos o frente a mis ojos aquello que amé, que me hizo feliz, y sin embargo también se fue; a veces despacio como no queriendo, y a veces, repentinamente, sin decir adiós.
Y siendo adulta cuantas veces soñé con poder retener entre mis brazos o frente a mis ojos aquello que amé, que me hizo feliz, y sin embargo también se fue; a veces despacio como no queriendo, y a veces, repentinamente, sin decir adiós.