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LA NUEZ DE ARRIBA: De todo esto comprendí que la tierra es mujer, misericordiosa,...

El agua al correr siempre me ha dado la sensación de ser como la vida, que nunca se detiene, que se hace de instantes, en que ningún momento es igual a otro, y sin embargo parecieran ser una repetición eterna. La vida es así, se va con tanta velocidad que no la notamos, arrastrando con ella nuestra juventud, nuestros sueños, nuestras fuerzas, pero aun así no podemos evitar que vengan nuevos días con nuevas cosas … que también pasaran.

Incluso nosotros pasamos, con toda nuestra soberbia, somos como una hojarasca que es arrastrada, lo entendamos o no, desde que fuimos estamos destinados a dejar de ser; otros vendrán y serán y también pasaran.

Cuantas veces siendo niña desee retener un poco de agua entre mis manos apretadas; por más que lo intenté, el agua se escurrió, a veces de prisa, a veces despacio, pero siempre se fue.

Y siendo adulta cuantas veces soñé con poder retener entre mis brazos o frente a mis ojos aquello que amé, que me hizo feliz, y sin embargo también se fue; a veces despacio como no queriendo, y a veces, repentinamente, sin decir adiós.

Cuándo seré mujer mamá? - le pregunte en aquélla tarde a mi madre mientras nos sentábamos en la grama para saborear un mango, bajo aquél hermoso árbol de maquilishuat.-

Y tú para qué quieres ser mujer? –ella inquirió-

Para ser feliz, le contesté. – ella rió-

Ahora me pregunto, qué es ser feliz? Cuando es feliz el ser humano?

La Tierra es una mujer

Durante aquéllas vacaciones volví a ese lugar un día con mi padre y mi hermano, le ayudamos a abrir un hoyo profundo donde él sembró un arbusto, dijo que un día sería tan hermoso y grande como aquél maquilishuat, que en él anidarían muchos lindos pajaritos, y que tendría unas preciosas flores. Ese árbol creció y en verdad es uno de los maquilishuat más frondosos y llenos de vida que he visto.

Años después, en otro espacio verde, junto a otros maquilishuat enterré a mi hijo.

El fue el fruto de mi vientre, lo amé, lo ví crecer, le enseñé a sembrar y cuidar de las plantas, de la tierra, ahora es la tierra la que lo arrulla como un día yo lo hice al pie de su cuna.

De todo esto comprendí que la tierra es mujer, misericordiosa, como una madre, sabia como una abuela, ella constantemente da su fruto, sus hijos lo disfrutan y dependen de él, pero jamas lo agradecen.

Si la tierra pudiera llorar inundaría las costas, diría un basta estremecedor, si la tierra pudiera sentarse sobre la tumba de la humanidad a lamentarse por sus muertos, y nos contara la historia de una raza que mata, destruye y extermina; sería un estremecimiento para el hombre saber que no ha devuelto vida por vida.

Me parece que la mujer también es así, entrega su fruto y lo da con generosidad, extiende sus brazos para abrigar y dar calor, pero la vida se encarga de devorar el fruto y dejar sus brazos vacíos.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
No sé que sentiría la humanidad si todas las mujeres juntas muertas y vivas, lloráramos un día, por los hijos perdidos, por el hambre, por el frío del recién nacido, por la incomprensión y el abuso.

Por que la mujer, como la tierra, fue creada para ser madre, para entregar sin límite, para ofrecer su regazo y su protección, como la tierra, la mujer sabe ser fuerte, hospitalaria, permanente, como la tierra la mujer …. sabe llorar sin lágrimas.

La mujer entrega el fruto de su vientre a la tierra ... (ver texto completo)