Escasos compañeros de la infancia de antaño
en los dispersos jardines de la urbe:
cómo nos encontrábamos y vigilantes nos gustábamos,
y, al igual que el cordero de la hoja parlante,
en los dispersos jardines de la urbe:
cómo nos encontrábamos y vigilantes nos gustábamos,
y, al igual que el cordero de la hoja parlante,
silenciosos hablábamos. Cuando nos alegrábamos,
esto no era de nadie. ¿De quién era?
Y cómo esto se iba entre toda la gente que pasaba
y en el miedo del largo año.
esto no era de nadie. ¿De quién era?
Y cómo esto se iba entre toda la gente que pasaba
y en el miedo del largo año.