LA NUEZ DE ARRIBA: Buenos días de nuevo....

Buenos días de nuevo.
Esta foto me encanta. Tiene una belleza que me llena de alegría. Se que estamos en primavera y la nieve quedó atrás, pero contemplar la foto, con su blanco manto, no deja de ser una alegría para la vista. Mis felicitaciones a su autor.

EL CLIMA
Los pueblos del valle, sufren un invierno prolongado que impone duras condiciones de vida, durante gran parte del año.
La primavera es corta. El otoño lluvioso y frío. Lluvia y nieve son fenómenos meteorológicos frecuentes en nuestro pueblo. Al encontrarse en el interior y lejos de la influencia del mar, el clima es extremado; sobre todo en invierno. Al estar situado a una altur considerable sobre el nivel del mar-en torno a los 1000metros- el clima de verano, salvo algunos pocos días, es templado. Las mañanas del verano, en las que los labradores se levantaban temprano para acarrear las mieses a la era para trillarlas, frecuentemente eran frías y se encontraban los campos cubiertos de rocío. Por las tardes, después de la trilla, se levantaba un viento norte y cierzo que obligaba, a los que cuidaban los animales en las proximidades de las eras, a ponerse al abrigo o junto a las morenas para resguardarse del frío. A la caída de la tarde, los hombres y mujeres, en verano, siempre llevaban algo puesto encima de los hombros. Hay un refrán que dice, que en Burgos los veranos duran de Santiago a Santa Ana, es decir, desde el 25 de julio al 26 del mismo.
En verano, los arroyos se secan. El río Urbel disminuye su caudal pero no llega a secarse, a su paso por los prados del pueblo. Siempre lleva agua.
Los más viejos del lugar recordarán, por otra parte, aquellos larguísimos inviernos del pasado. Había intensísimas nevadas; chuzos de hielo colgaban de los tejados (por allí se les llama candelitos); los chavales fabricaban hornos en la nieve, y se divertían jugando a la peonza (por allí se le llamaba trompa) sobre el río helado.
Cuando aparecía el pueblo cubierto de nieve, el alcalde reunía a los hombres en concejo y se distribuían por todos los sitios para abrir senda, es decir, para quitar la nieve, restableciendo la comunicación entre los habitantes del pueblo, y facilitando el acceso a las zonas vitales de la población: la iglesia, las fuentes, la escuela, etc. Hasta los pequeños ayudábamos en esta tarea de "abrir senda", sobre todo, en aquellos lugares de las proximidades de la casa para poder seguir haciendo los servicios necesarios.