DOS SONETOS AL CIPRÉS DE SILOS
I
Huso que hila las alas de la aurora
y desgarra la herida del poniente.
Gótica catedral siempre ascendente
que a las nubes ascéticas perfora.
Bóveda aguda que la tarde dora
y encapuchado monje penitente.
Verde llama de aliento trascendente
donde la muda sombra es luz sonora.
Ciprés eternizado en la clausura
en tu estuche románico perdura
ese fruto de fe que Dios te injerta.
Quiero verte latir con esperanza
y escuchar de los labios del Arlanza
la oración con que Silos te despierta.
II
Luz que a la luz más alta desafía
con un gesto de asceta pensamiento.
Ciprés de eternidad que das al viento
el rezo soñador de tu abadía.
Si mi alma fuera un ave volaría
para posar en ti todo su aliento,
para dar el fervor del firmamento
tu mística plegaría cada día.
Esta tarde de paz junto al Arlanza,
en los brazos de Silos, quién pudiera
ascender con el Claustro hasta tu vuelo.
Para ver como Dios te hace esperanza
y junta en esta nueva primavera
los dedos de tus ramas con el cielo.
I
Huso que hila las alas de la aurora
y desgarra la herida del poniente.
Gótica catedral siempre ascendente
que a las nubes ascéticas perfora.
Bóveda aguda que la tarde dora
y encapuchado monje penitente.
Verde llama de aliento trascendente
donde la muda sombra es luz sonora.
Ciprés eternizado en la clausura
en tu estuche románico perdura
ese fruto de fe que Dios te injerta.
Quiero verte latir con esperanza
y escuchar de los labios del Arlanza
la oración con que Silos te despierta.
II
Luz que a la luz más alta desafía
con un gesto de asceta pensamiento.
Ciprés de eternidad que das al viento
el rezo soñador de tu abadía.
Si mi alma fuera un ave volaría
para posar en ti todo su aliento,
para dar el fervor del firmamento
tu mística plegaría cada día.
Esta tarde de paz junto al Arlanza,
en los brazos de Silos, quién pudiera
ascender con el Claustro hasta tu vuelo.
Para ver como Dios te hace esperanza
y junta en esta nueva primavera
los dedos de tus ramas con el cielo.