El perdón nos ayuda a vivir en paz con nosotros mismos y con los demás, pero también ayuda a quien nos ha lastimado. Si aquél que obró mal siente que es realmente perdonado y que nuestro corazón le abre sus puertas nuevamente, sin dudas no volverá a lastimarnos. El perdón habrá servido como la mejor de las lecciones, esas que se aprenden sin tomar nota, con el alma misma.