LA NUEZ DE ARRIBA: En derredor la gente nada sabía de la casa en vuelo;...

Dueño de mi secreto
invade mi alegría y la apresura:
humano amigo del amor completo
uvas gustando, de la viña pura;
casi al azar... en sombras de pradera
donde afinan antenas las gramillas,
esperaba, transido por la espera,
entre aroma de salvias amarillas.

Adentro de la casa
un quiero estar allí... porque así quiero;
pájaro-corazón que el pecho abrasa,
¡pájaro eternamente aventurero!
De noche -la guardiana-
congregaba abandonos y fatigas,
y luego, en la mañana,
abría en cada voz luces amigas.

Otras veces la casa levantada
hasta el cielo absoluto:
muros de luna y sol, alta posada
de un siglo en un minuto;
país del soplo errante, voladora
heredad del halcón y de la flecha...
Iba la casa a repetida aurora,
sin ser jamás para la aurora estrecha.

En derredor la gente nada sabía de la casa en vuelo;
sus alas libres, su estructura ardiente
eran el palpitar de nuestro cielo;
espacio trascendido,
mínimo ardor en suelta llamarada:
el vuelo de la casa sostenido
por el labio feliz o la mirada