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LA NUEZ DE ARRIBA: II...

más allá de los árboles

Andrés Sánchez Robayna

I
Aquellas hojas,
enormes, ¿qué decían? Un lenguaje
parecían formar con su rumor, una lengua
que debía aprender, hecha de grumos.

Eran las espesuras removidas
por el viento, allá lejos.

Yo acudía al ramaje, a las hojas que hablaban.

II
Cuántas veces las vi agitarse, solo,
en escapadas, para estar con ellas,
para oír, otra vez, los golpes silenciosos,
el viento de la tarde
en los nudos, las yemas de los árboles.
Pero quién escapaba o creía escapar,
si los árboles eran solamente otro espacio
de lo inasible, de cuanto queda como suspendido
por sobre la materia del mundo,
lo no visible y, sin embargo,
acaso más real que la piedra que existe. Allí,
bajo el ramaje, me sentaba, entre piedras
dispersas, por la hierba,
sobre la tierra, cifra de los mundos
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
III
Aquella era la lengua de las hojas, la lengua
del irrequieto fondo de la luz.
¿Lengua, lenguaje,
digo? ¿Una palabra
más allá del lenguaje, eso buscaba?

Solamente más tarde iba a saberlo,
cuando el lenguaje habló, y tan sólo
llegó el lenguaje a ser la destrucción
de cuanto conocía. Y era, al mismo tiempo,
la construcción de todo. Yo volvía
otra vez a los árboles, aún
no sabía del lenguaje sino sólo su enigma. ... (ver texto completo)