Basso, Cristián >
Ni la llamarada para el solitario
Ni la llamarada para el solitario
de la boca herida. Le duele morder
la cáscara de la sombra
y su llanto son pisadas
que no alcanzan horizontes.
Déjalo dormir; arrópalo primero.
No vaya a ser que con el agua
la noche lo cubra de lodo.
Óyelo hablar; óyelo mucho.
Su voz habitará tus manos
cuando acaricies. Él te abrirá
la puerta cuando el amanecer
te bese con zumbidos. No llores así...
La Pena también tiene esqueleto.
Ni la llamarada para el solitario
Ni la llamarada para el solitario
de la boca herida. Le duele morder
la cáscara de la sombra
y su llanto son pisadas
que no alcanzan horizontes.
Déjalo dormir; arrópalo primero.
No vaya a ser que con el agua
la noche lo cubra de lodo.
Óyelo hablar; óyelo mucho.
Su voz habitará tus manos
cuando acaricies. Él te abrirá
la puerta cuando el amanecer
te bese con zumbidos. No llores así...
La Pena también tiene esqueleto.