¿Qué aleyas recitar, gacela mía,
para ahuyentar la muerte que te ronda?
¿Cómo llenar de nuevo tu aposento
con los más dulces trinos,
el
color delicado de los pájaros,
los
reflejos del ámbar
y la honda resonancia de las rosas
o el incienso que invade poco a poco
recuerdos y tristezas?