Si el labio, dulce párpado del beso,
pudo callar y ser tan elocuente
y la mirada pura tan paciente
para cortar el aire más espeso.
Si pudo estar en el silencio, preso,
el corazón de la pasión urgente
y sumergirse entero entre la gente
sin que nadie supiera de su peso.
Fue porque dentro de su cuerpo ardía
incontenible el fuego de la hoguera
de la más encendida primavera.
Y el corazón, sin pausa, esperó el día
más oportuno para dar la hermosa
ofrenda de su cuerpo vuelto rosa.
Carmen González Huguet
pudo callar y ser tan elocuente
y la mirada pura tan paciente
para cortar el aire más espeso.
Si pudo estar en el silencio, preso,
el corazón de la pasión urgente
y sumergirse entero entre la gente
sin que nadie supiera de su peso.
Fue porque dentro de su cuerpo ardía
incontenible el fuego de la hoguera
de la más encendida primavera.
Y el corazón, sin pausa, esperó el día
más oportuno para dar la hermosa
ofrenda de su cuerpo vuelto rosa.
Carmen González Huguet