Arriba cabrinas, arriba
Una mujer necesitaba un pastor para que llevara sus cabras al monte y fue a buscarlo a la plaza del pueblo. Con tan mala suerte que al único que se encontró fue al lobo disfrazado de pastor. Lo contrató, le llevó a casa, le dio de desayunar, le dijo por donde tenía que llevar a las cabras y que le acompañaría una perrita que estaba acostumbrada a cuidarlas.
Se fue el lobo con la perrita y las cabras. La perrita olfateaba algo raro y se dio cuenta que el pastor no era tal, que se trataba del lobo. El lobo, que quería comerse unas cuantas cabritas, las animaba a subir monte arriba para que no le vieran desde el pueblo, diciéndoles
- Arriba, cabrinas, arriba, a beber agua fría
Una mujer necesitaba un pastor para que llevara sus cabras al monte y fue a buscarlo a la plaza del pueblo. Con tan mala suerte que al único que se encontró fue al lobo disfrazado de pastor. Lo contrató, le llevó a casa, le dio de desayunar, le dijo por donde tenía que llevar a las cabras y que le acompañaría una perrita que estaba acostumbrada a cuidarlas.
Se fue el lobo con la perrita y las cabras. La perrita olfateaba algo raro y se dio cuenta que el pastor no era tal, que se trataba del lobo. El lobo, que quería comerse unas cuantas cabritas, las animaba a subir monte arriba para que no le vieran desde el pueblo, diciéndoles
- Arriba, cabrinas, arriba, a beber agua fría
No subáis, no, que os comerá el lobo – les decía la perrita
- ¡Cállate perrita o te corto una patita! – le amenazaba el lobo, y seguía animando a las cabras – Arriba, cabrinas, arriba, a beber agua fría
- No subáis, no, que os comerá el lobo – insistía la perrita
Y así hasta que el lobo sacó la navaja y le cortó una pata a la perrita, que ya no pudo seguir y se volvió poco a poco para el pueblo. El lobo, cuando creyó que estaba bien lejos, se comió a todas las cabras menos a una. Para que la dueña no se diera cuenta al volver al pueblo que volvía sin todo el rebaño, le puso todas las cencerras a la única cabra que quedaba, con lo que el ruido era el de todos los días y se volvió para el pueblo.
- ¡Cállate perrita o te corto una patita! – le amenazaba el lobo, y seguía animando a las cabras – Arriba, cabrinas, arriba, a beber agua fría
- No subáis, no, que os comerá el lobo – insistía la perrita
Y así hasta que el lobo sacó la navaja y le cortó una pata a la perrita, que ya no pudo seguir y se volvió poco a poco para el pueblo. El lobo, cuando creyó que estaba bien lejos, se comió a todas las cabras menos a una. Para que la dueña no se diera cuenta al volver al pueblo que volvía sin todo el rebaño, le puso todas las cencerras a la única cabra que quedaba, con lo que el ruido era el de todos los días y se volvió para el pueblo.