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LA NUEZ DE ARRIBA: Parar ya que debe estar casi muerto y con todos los...

Arriba cabrinas, arriba

Una mujer necesitaba un pastor para que llevara sus cabras al monte y fue a buscarlo a la plaza del pueblo. Con tan mala suerte que al único que se encontró fue al lobo disfrazado de pastor. Lo contrató, le llevó a casa, le dio de desayunar, le dijo por donde tenía que llevar a las cabras y que le acompañaría una perrita que estaba acostumbrada a cuidarlas.

Se fue el lobo con la perrita y las cabras. La perrita olfateaba algo raro y se dio cuenta que el pastor no era tal, que se trataba del lobo. El lobo, que quería comerse unas cuantas cabritas, las animaba a subir monte arriba para que no le vieran desde el pueblo, diciéndoles

- Arriba, cabrinas, arriba, a beber agua fría

No subáis, no, que os comerá el lobo – les decía la perrita

- ¡Cállate perrita o te corto una patita! – le amenazaba el lobo, y seguía animando a las cabras – Arriba, cabrinas, arriba, a beber agua fría

- No subáis, no, que os comerá el lobo – insistía la perrita

Y así hasta que el lobo sacó la navaja y le cortó una pata a la perrita, que ya no pudo seguir y se volvió poco a poco para el pueblo. El lobo, cuando creyó que estaba bien lejos, se comió a todas las cabras menos a una. Para que la dueña no se diera cuenta al volver al pueblo que volvía sin todo el rebaño, le puso todas las cencerras a la única cabra que quedaba, con lo que el ruido era el de todos los días y se volvió para el pueblo.

¿Están todas las cabras? – le preguntó la señora al lobo disfrazado de pastor. Y como este le respondió afirmativamente, le dijo – Pues baja a la cuadra y ordéñalas

El lobo bajó a la cuadra y como no había cabras que ordeñar, llenó el caldero con el pis del burro que en ese momento estaba orinando. Mientras el lobo estaba en la cuadra, llegó la perrita cojeando y le dijo a su dueña que el pastor era un lobo y que se había comido a las cabritas. La mujer cogió la escoba y se escondió detrás de la puerta. Cuando el lobo entró en la cocina le dio unos buenos golpes y, cuando estaba atontado, lo metió en un saco y lo ató. Luego se fue al pueblo a buscar a otros vecinos para que vinieran a pegarle una paliza al lobo.

Mientras la mujer estaba fuera, el lobo oyó que en la cocina había un gatito y le dijo

- Ábreme el saco, gatito, y te daré chorizo

Y el gato, que estaba hambriento, le abrió el saco. El lobo, metió en el saco los cacharros de la cocina y volvió a atar el saco. Después se fue corriendo para que no le encontraran cuando volviesen todos.

Cuando la mujer volvió con varios hombres que traían unos garrotes muy grandes, les señaló el saco y les dijo

- Darle una buena paliza, para que no vuelva a aparecer por el pueblo

Los hombres se dedicaron a dar garrotazos en el saco, que sonaba como a huesos rotos, hasta que la mujer les dijo

Parar ya que debe estar casi muerto y con todos los huesos rotos.

Cual no sería su sorpresa cuando abrió el saco y vio todos sus cacharros destrozados. La pobre mujer se quedó sin cabras y sin cacharros.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

(Seguramente, las cosas sucedieron casi tal como las recuerdo. De las sensaciones no tengo duda.)