Alejandro de Drizipara, Santo
Legionario y Mártir, 27 de marzo
En Drisípara de Panonia, san Alejandro, soldado, el cual, imperando
Maximiano, después de haber tolerado por Cristo muchos suplicios y
hecho muchos milagros, cortada la cabeza consumó el martirio.
NOTA: Su nombre no consta en el actual Martirologio Romano, pero si en
la edición de 1956.
Etimológicamente: Alejandro = Aquel que protege al hombre, es de origen griego.
Este joven mártir romano dio muestras fehacientes de lo que significa
el perdón para todo ser humano y, para el creyente – con mayor razón
todavía.
Era un militar a las órdenes del tribuno Tiberio, en tiempos del
emperador Maximiliano (286-305).
Se celebraban en la ciudad imperial unas grandes fiestas dedicadas al
honor de Júpiter, el dios de los dioses.
Sabían que era cristiano. Entonces quisieron obligarle a que hiciera
los sacrificios al dios.
Como era natural y consecuente con su fe en el Resucitado, se negó en rotundo.
Como era un militar afamado, lo llevaron ante el emperador. En su
presencia profesó abiertamente su fe. Consecuencia: le torturaron y le
enviaron a Tracia, en donde le dieron fuertes castigos. Pero todo lo
soportó con alegría por Jesús, perdonando a sus verdugos.
Lo trasladaron de una sitio para otro. Los interrogatorios continuos
lo indignaban.
Cansados, lo transfirieron a Drizipara (actual Karistiran) en donde lo
decapitaron.
Arrojaron su cuerpo al río y cuatro perros lo rescataron en presencia
de su madre Pemenia.
El culto a Alejandro comenzó con mucho fervor en el siglo VI.
Exaltaban el valor de la madre dando sepultura a su hijo.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
Legionario y Mártir, 27 de marzo
En Drisípara de Panonia, san Alejandro, soldado, el cual, imperando
Maximiano, después de haber tolerado por Cristo muchos suplicios y
hecho muchos milagros, cortada la cabeza consumó el martirio.
NOTA: Su nombre no consta en el actual Martirologio Romano, pero si en
la edición de 1956.
Etimológicamente: Alejandro = Aquel que protege al hombre, es de origen griego.
Este joven mártir romano dio muestras fehacientes de lo que significa
el perdón para todo ser humano y, para el creyente – con mayor razón
todavía.
Era un militar a las órdenes del tribuno Tiberio, en tiempos del
emperador Maximiliano (286-305).
Se celebraban en la ciudad imperial unas grandes fiestas dedicadas al
honor de Júpiter, el dios de los dioses.
Sabían que era cristiano. Entonces quisieron obligarle a que hiciera
los sacrificios al dios.
Como era natural y consecuente con su fe en el Resucitado, se negó en rotundo.
Como era un militar afamado, lo llevaron ante el emperador. En su
presencia profesó abiertamente su fe. Consecuencia: le torturaron y le
enviaron a Tracia, en donde le dieron fuertes castigos. Pero todo lo
soportó con alegría por Jesús, perdonando a sus verdugos.
Lo trasladaron de una sitio para otro. Los interrogatorios continuos
lo indignaban.
Cansados, lo transfirieron a Drizipara (actual Karistiran) en donde lo
decapitaron.
Arrojaron su cuerpo al río y cuatro perros lo rescataron en presencia
de su madre Pemenia.
El culto a Alejandro comenzó con mucho fervor en el siglo VI.
Exaltaban el valor de la madre dando sepultura a su hijo.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!